Las Variaciones Goldberg, considerada una de las obras emblemáticas del músico alemán, es también reconocida como remedio para conciliar el sueño

Puede ser que para dormir no necesites un baño caliente, ni un vaso de leche tibia, mucho menos contar ovejitas o dar vueltas en la cama, sino escuchar “Las Variaciones Goldberg BWV 988” que Johann Sebastian Bach escribió en 1741.

Notable por el intimismo que transmite, de acuerdo con Juhann Nikolaus Forkel, uno de los biógrafos del músico alemán, la pieza fue compuesta para teclado en una época en la que Bach era cantor en la iglesia de Santo Tomás de Leipzig.

Llamada originalmente “Aria con variaciones diversas para clave con dos teclados”, la pieza fue posteriormente bautizada con el nombre del clavicordista y discípulo de Bach, Johann Gottlieb Goldberg.

Y la historia se cuenta así: el conde Kaiserling, antiguo embajador de Rusia en el tribunal electoral de Sajonia, frecuentaba Leipzig acompañado de Goldberg.

El conde, casi siempre enfermo, era insomne, así que se quedaba en la antecámara escuchando las interpretaciones del clavicordista.

Una vez, el conde le pidió a Goldberg piezas de clavicordio “suaves pero vivas”, que aliviaran sus noches en vela.

Entonces, Bach pensó en una serie de variaciones, una forma caracterizada por la recurrencia y la repetición de la misma base armónica, por las que el aliviado Kaiserling le entregó un cáliz dorado con 100 louis-d’or.

Fuente nwnoticias.com

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