Jordi Savall es una de las personalidades musicales más polivalentes de su generación.
Da a conocer al mundo desde hace más de cincuenta años maravillas musicales abandonadas en la oscuridad de la indiferencia y el olvido.
Dedicado a la investigación de esas músicas antiguas, las lee y las interpreta con su viola de gamba, o como director.
400 años y dos días después de la muerte de Miguel de Cervantes, Jordi Savall, quien en 2005 dedicara ya un trabajo al escritor con motivo de la efeméride de la publicación de la primera parte de El Quijote, ha brindado un concierto en torno al escritor en Madrid para poner contexto sonoro a la peripecia vital y literaria de uno de los nombres esenciales de la cultura universal.
Dos días antes, en coincidencia rigurosa con la efeméride, se presentó en Barcelona.
Sin duda, Savall preparaba el acto cuidadosamente, ya que su acercamiento al príncipe de los ingenios se ha forjado a fuego lento.
El concierto ha sido de alto nivel: los dos grupos de Savall al completo: Hespèrion XXI, más tres invitados en la parte instrumental, y el grupo vocal Capella Reial de Catalunya; a ellos se les ha unido Francisco Rojas como recitador.
Estos 24 artistas han llenado hasta la bandera la Sala Sinfónica del Auditorio Nacional de Música de Madrid, dentro del ciclo Universo Barroco del CNDM.
Entre el público, se dejaban ver personalidades como Javier Solana, por ejemplo.
En suma, una noche de éxito de las que el violista catalán tiene el secreto.
Sin embargo, los conciertos de Jordi Savall se muestran, desde hace años, refractarios a la crítica.
La gente está entregada como solo lo hace con un “famoso”, si han ido es porque les va a gustar, y así ocurre; y son más de 2.000 personas.
¿Qué hace el crítico en ese contexto si tiene algún pero?
¿A quién le apetece ser la mosca en la sopa?
Además, la música suena muy bien, los intérpretes tienen un nivel altísimo y Savall tiene el don de contactar con el respetable, incluso cuando al final, antes del bis, una guaracha simpaticona, les dice que los políticos deberían tener “misericordia” con los refugiados.
Es, en suma, el showman perfecto en un sector adusto, la música antigua.
Pero la crítica tiene materia, aunque sea a contrapelo del gran éxito.
Primero: el propio espectáculo ofrece una simpleza curiosa, se trata de una sucesión de textos intercalados con números musicales.
Los textos, en general, alternan partes del Quijote y la biografía del escritor.
Todo dicho por el recitador con una amplificación que crea distancia y que hace recordar más un programa de radio que una propuesta tan ambiciosa.
Luego podríamos seguir con un pero a las transcripciones: casi todas se acompañan por la exuberante paleta de 16 instrumentos, con familia de violas e instrumentos de viento y riqueza de instrumentos pulsados: vihuela, laúd (o, mejor, oud), arpa, salterio, más percusiones, etc.
Todo esto no puede sonar más que bien o muy bien, y más en las manos de auténticos especialistas.
Pero, ¿sonaba así originalmente esta música? Parece que este detalle es menor frente al hecho de dejar al auditor cautivado.
Alguien de la organización me decía en tono admirativo, “esto sí es música contemporánea”, y tiene razón.
En cuanto a la selección de piezas, Savall lleva años haciéndolas suyas, ya sea la chispeante Chacona de Arañés o las diversas piezas buscadas en los cancioneros.
Todas forman un brillante recorrido musical, por más que la narración las banalice (aunque esté muy bien dicha por Rojas).
En suma, Savall es así, con su estela de grande, muy bien ganada con la viola, su aire románico, su seriedad impostada y una molesta sensación de que vas a comprar su producto sí o sí.
De hecho, la tienda del hall tenía ya lista de espera para hacerse con la versión discográfica del acontecimiento.
Textos extraídos de Círculo de Bellas artes – CNDM – ElPais (JORGE FERNÁNDEZ GUERRA)
Espectacular su concierto en el Auditorio Nacional de Música en Madrid.