¿Cómo, cuándo, dónde nace la música?
Todo apunta a pensar que el nacimiento de la música es simultáneo a la comparecencia en el mundo de nuestra humana conditio.
Si diésemos a la música la importancia que se merece en la cultura quizás fuera necesario trazar un arco evolutivo distinto del acostumbrado.
El eslabón perdido serían, entonces, las aves canoras.
Los simios superiores no parecen poseer disposiciones musicales.
Su repertorio de sonido es de una insultante pobreza.
La música es, en cualquier caso, un grandísimo distintivo de nuestra condición humana.
Examinar los inicios de esa disposición auditiva, o de ese arte de la escucha, es una tarea apasionante.
El territorio que entonces se abre es inconmensurable.
Por eso es preciso disponer de algún hilo de Ariadna que permita internarse en este gran laberinto auditivo que nos acerca a uno de los más resistentes misterios de nuestro ser en el mundo.
Decía Levi-Strauss en su estupendo prólogo a Le cru et le cuit que si se desvelara ese misterio quizás podría darse un gigantesco avance en el conocimiento del espíritu humano inconsciente.
El mérito grande de este libro de Ramón Andrés consiste en proveerse de un estupendo hilo rojo para internarse en la espesura del origen de la música en la cultura.
Gran conocedor de los instrumentos antiguos, de lo que dio testimonio su Diccionario de instrumentos musicales (desde la antigüedad hasta Bach), recurre a los vestigios de los más arcaicos instrumentos musicales para acercarse al tema que señala el subtítulo de la obra.
Nos ilustra, de este modo, acerca del silbido inquietante de un rombo agitado por una cuerda que remueve en círculos el aire.
Ese rombo, del que hay ejemplares prehistóricos, puede comparecer como uno de los más viejos instrumentos musicales.
Todavía se da testimonio de él en la literatura griega homérica.
O nos habla del proto-tambor, anterior al manejable instrumento que aparece junto al chamán.
Ramón Andrés conjetura, apoyado en recientes hipótesis, en la posible explicación acústica de la situación idónea de ciertas pinturas rupestres, especialmente en esos santuarios de la prehistoria que tienen carácter de auténticas catedrales, con cuevas superpuestas en las que el efecto sonoro es muy marcado.
Por ejemplo en Pech-Merle (Francia).
Junto a la expresión proteica del homo symbolicus, a través de la superposición de figuras de animal se hallaría en esos templos rupestres una organización primera del sonido según leyes sagradas que hoy nos son desconocidas.
El templo sería también, por tanto, auditivo.
Para decirlo en términos de Rainer M. Rilke, ya el hombre prehistórico se hizo un templo en el oído.
En una exploración extraordinariamente rica en información se va persiguiendo el modo en que la música queda implicada en las raíces de la cultura, ya desde la prehistoria, o a partir de las más exóticas sociedades humanas.
A partir de este brillante arranque el libro inicia su incursión en el lugar siempre eminente que ocupa la música en las grandes culturas de la antigüedad, en la religión védica en la India, en las culturas del extremo oriente, o en el Oriente Próximo.
En una segunda parte, el libro aborda de forma específica la música en Mesopotamia, en Egipto, en Israel y en el mundo griego, siguiendo un relato en el que se entrelaza la historia con la leyenda, los testimonios documentales con la presencia de la música en las artes plásticas, y el entretejido continuo de la música con la mitología, con el panteón y con las ceremonias rituales mágicas y religiosas.
Este libro es una prueba evidente de que el mejor modo de acercarse a la música consiste en abordarla de forma no convencional, de manera que se muestre su imbricación con los restantes dominios de la cultura.
El libro de Ramón Andrés nos ilustra del mejor modo sobre esos nexos de música y religión, o de música y cultura, que tienen lugar desde que comparecen vestigios de presencia musical en los más antiguos testimonios y documentos (visuales, escritos; históricos, legendarios).
El libro tiene, además, un gran acierto: su título.
El mundo en el oído: eso es lo que se descubre a través de sus páginas.
Autor del artículo: EUGENIO TRIAS | ElCultural
EL OIDO SENTIDO FISICO RELACIONADO CON LA CONSTITUCION INTERNA DEL HOMBRE,,,POR CIERTO CADA VEZ MAS ATROFIADO EN EL SER HUMANO ACTUAL