El contratenor catalán Xavier Sabata acaba de publicar «I Dilettanti», su nuevo disco que ha sacado al mercado el sello francés Aparte, en el que aborda arias de compositores poco conocidos del barroco italiano como Maccari, Bigaglia, Marcello, D’Astorga, Ruggieri o Albinoni, acompañado por el conjunto Latinitas Nostra que dirige Markellos Chrysiccos.
Este cantante catalán ya causó sensación con su primer disco titulado Bad Guys -dedicado a los «malos» de las operas de Haendel-, es solicitado hoy en día por grandes directores de música barroca, como William Christie o René Jacobs, tanto por sus dotes vocales como por su talento de actor.
Xavier Sabata nace en 1976 en Aviá (Barcelona) y realiza estudios de interpretación en el Instituto del Teatro de Barcelona, además de sus estudios musicales.
¿Quién te metió el gusanillo del teatro?
A mí siempre me había interesado la escena. Sobre todo por que me encantaba la literatura. Entender que un arte como el teatro viene desde la fuerza del texto, era algo que me llamaba muchísimo la atención. No era una cuestión egocéntrica de estar en el escenario, si no de poder decir esas palabras escritas maravillosamente, como lo han hecho un Shakespeare, un Chejov o Calderón de la Barca.
¿Y cuándo aparece la música?
Al mismo tiempo había estudiado música y saxofón.
La música siempre había formado parte de mi vida. Mi madre canta muy bien, de forma amateur y yo había escuchado mucha música clásica.
Empecé a trabajar como actor, terminé la carrera con veintidós años, hasta que ví un poco como funcionaba la escena.
Tenía muchas ganas de viajar, me gustaban mucho los idiomas y la música.
Y, de repente, me llegó a las manos un disco de un tal Andreas Scholl, yo ya tenía 25 o 26 años, y me dije: ¡Pero si esto es lo que yo hago cuando canto! porque mi voz funcionaba de esa forma.
Entonces empecé a cuestionarme sobre lo que había hecho hasta entonces y pensar lo que quería hacer.
Es algo como no tener otra opción.
La opción era la opera, la opera barroca. Entonces hice todo lo posible para prepararme.
Me puse a estudiar, volví al conservatorio. Me fui a Alemania para hacer un master en Lied. Y aquí estoy.
¿Cómo descubres tu voz?
Siempre he cantado. Era una cosa fácil para mí.
Mi madre siempre cantaba en casa por las mañanas escuchando música clásica en la radio.
Cantaba La Traviata o un lied de Schuman aunque no supiera una palabra de alemán.
Era un lenguaje cotidiano para mí.
El cantar no era nada extraño.
Todo fue muy rápido.
Hoy me daba cuenta de que hace diez años debuté en la Opera de Lyon con William Christie en una Coronación de Popea y llegué allí llevando solo un año y medio en el conservatorio.
Hice la prueba porque me lo pidió el director del Conservatorio de Barcelona. Me dijo, “te vas a París y pasas una prueba con William Christie”, y lo hice.
He tenido la suerte de haber aprendido mucho haciendo el trabajo. Los retos profesionales me han ayudado a evolucionar muchísimo.
¿Qué pasó en esa prueba con William Christie?
Yo era muy inconsciente.
Entré en una sala del Conservatorio de París, canté tres arias y aparentemente le impresioné.
Con el proyecto “Les jardins des voix”, hacen audiciones por todo el mundo para escoger jóvenes cantantes.
Parece que canté y que él dijo: “este chico tiene que quedarse”. Le estoy muy agradecido, fue de su mano que debuté en un gran teatro como la Opera de Lyon y bastantes de mis proyectos importantes vienen de la mano de Christie.
¿Ha cambiado la técnica del contratenor?
Hubo una generación de contratenores en la que todos eran iguales, en la que cantaban todos el mismo tipo de repertorio, Pasiones de Bach, roles de Haendel o canciones de Dowland.
Esto está cambiando muchísimo, porque la técnica se ha modernizado. Los profesores que hemos tenido, nosotros los de la cuarta generación de contratenores, se han dedicado a la gran ópera.
Esto ha hecho que las voces evolucionaran y se diversificaran muchísimo.
Ahora puedes encontrar un contratenor contralto como yo, o sea de tesitura grave, o un contratenor mezzo o un soprano.
Podemos interpretar todos los papeles que se escribieron para castrados en aquella época. Antes el registro de contratenor era mucho más uniformado.
¿Hasta qué punto películas cómo Farinelli han ayudado a que el contratenor sea conocido por el publico?
Evidentemente, han ayudado muchísimo.
Pero sobre todo más que para el contratenor, para el gusto por la música barroca.
Gente como Jordi Savall, con su banda sonora de la película Tous les matins du monde, que fue un gran hit en Francia han hecho mucho para recuperar el repertorio.
Tengo una relación un poco curiosa con Farinelli porque es una película históricamente muy poco documentada.
El retrato está mal hecho.
Se llama Farinelli, pero podría llamarse Pedro Jiménez.
No es fiel al personaje. Pero la música sí. Lo que hace Christophe Rousset es maravilloso.
Es un buen trabajo de divulgación.
Así canta Xavier Sabata
Fuente Espanol.rfi