En un contexto de división y desunión de la Iglesia Católica (un Papa en Roma, otro en Avignón), San Vicente Ferrer se asentó con gran fama como el predicador del Juicio de Dios.
Bautizado por la gente como “El ángel del Apocalipsis”, sus estremecedoras predicaciones a través del territorio europeo se dirigían a evitar las malas costumbres, recordando continuamente que el Juicio Final nos espera a todos, conmoviendo profundamente las almas de los más creyentes, pero también de los más escépticos.
De la Edad Media se conserva un importante número de composiciones de tema escatológico.
Tampoco faltaron en el medioevo las composiciones relacionadas con el ritual funerario.
Resulta significativo el hecho de que la mayoría de las escasísimas piezas sonoramente recuperables de la antigua liturgia hispana pertenezcan al Oficio de difuntos.
Un variadísimo repertorio de temática macabra constituido por lamentos, danzas de la muerte, responsorios y otras formas de expresión poético-musical como antífonas y tropos, no son sino reflejo de las preguntas que el ser humano se ha hecho siempre sobre el más allá, sobre el sentido de la vida y de la muerte tras la que se abre un hueco de temor o de esperanza.
Un vacío que constituye un terreno fértil para el pensamiento y las artes, y que es el eje en torno al cual gira cualquier religión.
Un vacío sobre el que construyeron siempre su discurso los predicadores, con argumentos que resume a las mil maravillas para los creyentes una de las frases favoritas de San Vicente Ferrer, que la tomó del Apocalipsis: “Temed a Dios y honradlo, porque se acerca la hora del Juicio” [14:7].
Capella de Ministrers presentará en el Festival de Música Antigua y Barroca de Peñíscola ‘Timete Deum. El apocalipsis de San Vicente Ferrer’, un proyecto que conmemora el VI centenario del Concilio de Constanza, que data del año 1414.
Con el fin de acabar con el gran Cisma de Occidente –que había provocado la paradójica situación de tres papas simultáneos que disputaban su autoridad–, y estudiar la reforma de la Iglesia Católica, se convocó este histórico hecho en el que tuvieron un decisivo papel dos personajes españoles: el (anti)Papa Luna –Benedicto XIII– y San Vicente Ferrer.
Sus decisiones fueron determinantes para la historia de Europa y para el destino de ambos.
El conjunto valenciano, cuya ‘alma mater’ es Carles Magraner, lleva desarrollando desde 1987 una importante tarea investigadora y musicológica en favor del patrimonio musical español, desde el medioevo hasta el siglo XIX.
El resultado, transformado en testimonio musical, conjuga a la perfección tres factores clave: el rigor histórico, la sensibilidad musical y, muy especialmente, un incontenible deseo de comunicarnos y hacernos partícipes de estas experiencias. No podría haber mejor concierto inaugural en este XIX Festival de Peñíscola que se desarrollará del 3 al 10 de agosto en la iglesia de Santa María –donde tendrá lugar el día 4 la actuación de Capella de Ministrers– y el Castillo del Papa Luna.
Los conciertos
Aunque hayamos dicho que el primero de los conciertos es el del grupo que dirige Magraner, lo cierto es que el día 3 la playa de Peñíscola será testigo del espectáculo piromusical que la Pirotecnia Tomás de Benicarló ofrecerá y en el que se interpretarán obras de Georg Friedich Haendel.
El 5 de agosto, a las 22.30 horas, el músico francés Benjamin Alard, uno de los jóvenes clavicembalistas y organistas con más proyección en la actualidad, interpretará en la fortaleza del Papa Luna obras de Rossi, Frescobaldi, Froberger y Johann Sebastian Bach, de quien confiesa que “te hace experimentar todas las sensaciones, desde la tristeza con las piezas en fa menor hasta la alegría, con el sol mayor”.
Alard es a día de hoy uno de los expertos en la obras compuestas para clavecín de Bach.
El Grup de metalls de la Banda de la FSMCV (Federació de Societats Musicals de la Comunitat Valenciana), dirigidos por Simeón Galduf, interpretarán el día 6 canzonas de Giovanni Gabrieli.
La canzona fue un género complejo, alternativamente coral e instrumental, precursor del drama y de la “sonata da chiesa” a finales del siglo XVI, del que fue su máximo representante Gabrieli.
Un día más tarde, el 7 de agosto, el turno será para el conjunto Música Ficta, que presentará un programa de música española y europea en tiempos de Juan Hidalgo.
Esta agrupación está considerada una de las más destacadas renovadoras de la interpretación de la música antigua en nuestro país.
El 8 de agosto, tendremos oportunidad de ver otro concierto enigmático bajo el título ‘L’art de Toucher. L’edat d’or del virtuosisme a la cort de Louis XIV’.
El conjunto Fuoco e cenere, o lo que es lo mismo, Jay Bernfeld, Patricia Lavail, Mike Fentross y Chloé Sévère interpretarán obras de Marin Marais, François Couperin, Hotteterre, Robert de Visée y La Barre, entre otros.
Estos compositores sorprendieron por su virtuosismo y por el hecho de lograr un brillo semejante al de los más famosos músicos italianos de la época, con la poesía y el tacto –a veces delicada, a veces muscular–, dando a la música francesa un verdadero discurso que permanece intacto.
Alba Encinas, en el violín barroco, y Sabrina Martín, al clavecín, serán las próximas protagonistas del certamen con un repertorio que incluirá obras de Johann Heinrich Schmelzer, Dario Castello, José Herrando y Jean-Henri d’Anglebert.
La cita, el día 9, en el salón gótico del Castillo del Papa Luna.
Y como colofón, Harmonia del Parnàs clausurará esta XIX cita con la música antigua y barroca con su proyecto ‘La Dorinda.
Música escènica espanyola del segle XVIII’, en el que el conjunto de Marian Rosa Montagut ofrecerán piezas de Antonio de Literes, compositor mallorquín de finales del siglo XVII y principios del XVIII, y de Francesco Corradini.
Peñíscola recuperará la esencia de una época de esplendor musical, una época que pervive.
Imagen extraída de Fotonazos.es