La representación de instrumentos tañidos por reyes músicos en los pórticos de las iglesias medievales y renacentistas alude a un pasaje del Apocalipsis de San Juan.
En este se narra la existencia de veinticuatro músicos coronados -doce apóstoles y doce profetas- que interpretan música litúrgica en torno a Dios: “Los cuatro Vivientes y los veinticuatro Ancianos cayeron delante del Cordero, teniendo cada uno una cítara y copas de oro llenas de perfume, que son las oraciones de los santos”.
La familia de instrumentos que predominan en los pórticos es la de los cordófonos.
De hecho son los únicos instrumentos presentes en algunos de los primeros, construidos en el siglo XII.
Sirvan de ejemplo los de la catedral de Oloron, la abadía de Moissac, la iglesia de Saint-Pierre d’Aulnay, la catedral de Santiago de Compostela y la colegiata de Toro -en el pórtico septentrional, ya que en el occidental, que data del siglo XIII, sí están representadas las tres familias de instrumentos-.
La iglesia de Santa María la Real de La Hiniesta, en Zamora, comenzó a construirse en la última década del siglo XIV por mandato de Sancho IV, que estando de cacería en la zona en el año 1290, encontró entre unas hiniestas una imagen de la Virgen.
En la segunda de las cuatro arquivoltas del pórtico de estilo gótico se encuentra una re-interpretación del programa apocalíptico, pues, además de haber sólo dieciocho músicos, lo cual no tiene importancia ya que el escultor tenía que adaptarse al espacio disponible, dos de ellos no están coronados.
Obviamente, esto no es casualidad.
Los dos personajes en cuestión son dos frailes arrodillados: el tañedor del órgano y el entonador.
Con este detalle, probablemente el autor material y/o intelectual (el único nombre conocido es el del maestro de obras de la iglesia, Pedro Vázquez) del pórtico quiso hacer un guiño a la función y la importancia del órgano dentro de la Liturgia desde al menos el siglo IX.
Este hecho hace recordar el canto polifónico Vox nostra resonet (que se eleve nuestra voz), del Codex Calixtinus.
En él se dice: “Clerus cum organo et plebs cum timpano cantet […]”, es decir, “que canten acompañados con el órgano los curas y la gente con el tambor”.
En efecto, el órgano era el instrumento principal de la Iglesia.
Este conjunto escultórico se encuentra desproporcionado tanto en lo físico como en lo musical.
En lo físico, se pueden apreciar por ejemplo el gran tamaño de las manos de los frailes y el de los dos fuelles que insuflan aire al instrumento desde la parte posterior del mismo.
Y en lo referente a lo musical, puede verse que el órgano está formado por quince tubos, dispuestos en tres hileras de cinco caños cada una, y nueve o diez teclas sobre las que el organista tiene apoyadas las yemas de los dedos.
De la caja del órgano, además, destaca el bello ventanal geminado que aparece en el lateral visible de la misma.
Entendemos por tanto, que más que la calidad del instrumento, desde luego tampoco desdeñable, lo que principalmente buscara el autor fue el significado del órgano en el pórtico y, en general, en la Iglesia.