De tripas, madera y metal. De los ingredientes que, desde hace siglos, y desde Alicante hasta Alejandría, han formado parte de la historia musical del Mare Nostrum; del Mediterráneo.

Este es el hilo conductor de ‘Mediterráneo sonoro, cuna de nuestra música’.

Se trata de la exposición que, desde ayer y hasta el próximo 16 de julio, integran una treintena de piezas procedentes del Museo de la Música de Urueña, que a su vez recoge parte de los mil doscientos que componen la colección de Luis Delgado.

La muestra, al igual que la que llevaba por título ‘La guitarra, voz universal’ el verano pasado -también en el Centro de Cultura Antiguo Instituto, y también con parte de la colección de Delgado- se enmarca dentro del Festival de Música Antigua de Gijón, que cuenta con la dirección artística del clavecinista y director Aarón Zapico y que tendrá sus días álgidos entre los sábados 6 y 13 de julio con conciertos, concursos y clases magistrales.

Aunque el festival se centrará en la música barroca y renacentista de aquí y de allá fundamentalmente (con algún viaje al medievo tardío, como el que propondrá Euskalbarrokensemble el jueves 11 de julio), la exposición, organizada por el Taller de Músicos de Gijón, resulta más amplia en su punto de mira. Así lo mostró ayer René de Coupaud, director del centro, junto a Eduardo García Salueña, al concejal de Cultura del Ayuntamiento de Gijón, Carlos Rubiera, que agradeció la «docta explicación».

La exposición está organizada, antes que por tiempos o etapas, por configuraciones culturales.

Así, el paseo por este «culmen de la cultura», como lo llamaba Rubiera, comienza en la Italia del siglo XIX para deambular por Siria, Turquía, Egipto o el Levante español, y a través de instrumentos de viento, de cuerda frotada, de cuerda pulsada o de percusión, como el espectacular pandero de piel, las campanas y los crótalos que, en el centro de la sala 3 del Antiguo Instituto, coronan la muestra con una selección de instrumentos de la Península Ibérica.

El propio De Coupaud señalaba el valor de las cartelas que acompañan a los instrumentos, y que dan cuenta no solo de su fecha de construcción -muchos de ellos son actuales, y de hecho siguen en activo- sino del momento en que aparecen referencias a su diseño por primera vez o a la afinación y técnica que utilizan.

Pueden verse, por ejemplo, flautas sin bisel que evocan la pericia del intérprete al sacarles música; una gaita primigenia y primitiva, o instrumentos de caña.

También se han primado las minuciosas y cuidadas ornamentaciones de lautas, liras o de un cura saz turco; se da pie a la bandurria o al guitarro tenor como muestras de lo que, hasta orillas de nuestros días, fueron los instrumentos de cuerda pulsada de afinaciones diversas -algunos de ellos con trastes de tripa, móviles- que han desembocado en las guitarras que hoy conocemos.

Completa, como curiosidad, un plectro de metal.

Entre campanas que despiertan a pueblos y tradiciones que, de costa a costa, resuenan por todo el Mediterráneo.

Más información en su WEB oficial

Escrito por ALEJANDRO CARANTOÑA | GIJÓN. (ElComercio.es)

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