En la dedicatoria al rey Felipe II que abría su segundo libro de misas de 1583, Tomás Luis de Victoria afirmaba, refiriéndose a la música, “Quiero que quede a juicio de los demás en qué medida he sobresalido en esta materia”.
Y añadía con orgullo: “Según la opinión y el testimonio de los expertos y de los entendidos me parece que lo he conseguido hasta el punto de que no tengo por qué arrepentirme en ningún caso de la labor de mi trabajo”.
Ciertamente, Victoria ha pasado a la historia como una de las cumbres de la polifonía española que alcanza su madurez durante el siglo XVI y que es comparable en esplendor a la flamenca e italiana.
Un siglo que Adolfo Salazar acota a través de la figura de los tres grandes polifonistas (El gran siglo de la música española. En el cuarto centenario de Cristóbal de Morales):
“Una trinidad de músicos elevarán a España al más alto nivel que ese arte asumió en su historia total: Cristóbal de Morales, tal vez nacido antes de comenzar el siglo; Francisco Guerrero, en su centro, y Tomás Luis de Victoria, que muere entrado el siglo siguiente”.
Por ello, siempre es un placer escuchar una nueva grabación de la obra de Tomás Luis de Victoria, como es el caso que nos ocupa, el disco Quam pulchri sunt de la Capilla Renacentista “Michael Navarrus”.
Esta obra pone en relieve la pasión religiosa de Victoria, que de tan fervorosa resulta casi sensual, como escribe el húngaro Paul Henry Lang (Music in Western Civilization, 1941) al referirse a él: «el español, que sufre los dolores de la Crucifixión con fervor tan ardiente, que se vuelve casi sensual en su pasión dramática».
Se trata de algo que el musicólogo David Guindano destaca en las notas que acompañan al CD al uso que la liturgia católica hace de los textos de El Cantar de los Cantares, un libro del Antiguo Testamento que, a juicio de este experto, es una obra maestra de la lírica erótica y del que proceden las letras de algunos motetes de Tomás Luis de Victoria.
Y, precisamente, otro de los elementos que articulan el disco Quam pulchri sunt es la relación entre las misas y los motetes en la obra de este compositor tardorenacentista.
Efectivamente, gran parte de las misas que él compone están basadas en sus propios motetes –parodias, se llaman-, de forma que, de las veinte misas auténticas, quince corresponden a estas características.
De hecho, el CD incluye varios motetes combinados con las distintas partes de la misa Quam Pulchri Sunt, cuya denominación procede de un motete a cuatro voces del mismo nombre: In Conceptione Beatæ Mariæ, Quam pulchri sunt.
Nacido en Ávila en 1548, Tomás Luis de la Victoria recibió la formación musical de niño en la capilla de la catedral de dicha ciudad.
En 1565 ingresa en el Collegium Germanicum de Roma, una institución fundada por Ignacio de Loyola, cuyos estudiantes estaban divididos en dos grupos: los misioneros, generalmente de origen alemán, y los denominados convittori o pensionistas, a los que pertenecía Tomás.
Entre los mecenas de esta escuela figuraban nada menos que el mismísimo rey Felipe II de España y el Cardenal Arzobispo de Augsburgo, Otto van Truchsess van Waldburg.
Es en esta época cuando Tomás Luis de Victoria aprende la técnica del maestro Giovanni Pierluigi da Palestrina que, de acuerdo con Robert Stevenson (Estudio Biográfico y Estilístico de T. L de Victoria, Revista musical chilena) ningún español de su época llegó a dominar como él.
Parece ser que la relación con el genial polifonista romano tiene su origen en el hecho de que los hijos de este estudiaron en un centro cercano al Collegium Germanicum, el Seminario Romano, donde Palestrina ejercía de maestro de capilla.
Cita Stevenson a Severo Bonini cuando se refiere a Victoria como “el mono de Palestrina” (“il Vittoria chiamato la seimia del Palestrina”), aludiendo a su capacidad para imitar las reglas de adaptación del texto que caracterizaba al italiano.
De hecho, Victoria sucedió a Palestrina como maestro di capella del Seminario Romano hacia 1573.
A la vez impartía clases elementales de música en el Collegium y también ejercía como cantor y sonador del órgano en la iglesia aragonesa de Santa Maria di Monserrato, entre otros empleos remunerados que desempeñaba entonces.
Relata Stevenson que entre 1575 y 1577 tuvo la inmensa responsabilidad de poner en marcha una capilla musical competente en canto llano y polifonía en la iglesia de S. Apollinare, un regalo del papa Gregorio XIII al colegio.
A pesar de su éxito en Italia, en la dedicatoria del segundo libro de misas (Missarum libri duo) que publica en 1583 -y en el que está incluida la misa Quam pulchri sunt que da título al disco-, Tomás Luis de Victoria solicita de Felipe II un puesto como músico que le permita volver a España.
Como hemos visto al principio de este texto, el compositor deja bien claro su competencia como experto en música y también la piedad que guía su esfuerzo artístico, dado que afirma que trabaja en esto “tan sólo para mayor beneficio de Dios, de manera que la modulación de las voces se aplique al único fin para el que en un principio se inventó, esto es, a alabar a Dios Óptimo y Máximo.”
La generosidad del monarca no se hace esperar en exceso de forma que en 1587 regresa para ocupar una capellanía en el Monasterio de las Descalzas Reales de Santa Clara de la Villa de Madrid, puesto que ocupó hasta su fallecimiento en 1611.
En dicho templo ejerció de la viuda Emperatriz María, hija de Carlos V, pero también pudo viajar varias veces a Roma y, sobre todo, vender sus composiciones de forma bastante lucrativa.
Sobre este último particular nos ilustra Stevenson con una serie de ejemplos: el 12 de marzo de 1598 recibe 900 reales (cerca de 82 ducados) por las ventas de su música en Lima, Perú, el 16 de enero de 1602 otra obra le genera 50 ducados de la catedral de Málaga, el 23 de noviembre de 1604, el Archiduque Alberto de Flandes le paga 100 ducados por unas misas dedicadas y el 19 de diciembre de 1606 recibe 150 reales (14 ducados) de la catedral de Albarracín.
La misa incluida en el disco de la Capilla Renacentista “Michael Navarrus” pertenece al citado libro segundo de 1583, que además de Quam pulchri sunt, contiene otras ocho misas: O quam gloriosum, a cuatro voces, Simile est regnum, a cuatro voces, Ave Maria stella, a cuatro voces, Pro defunctis, a cuatro voces, Surge propera, a cinco voces, De beata Virgine, a cinco voces, Dum complerentur, a seis voces y Gaudeamus, a seis voces.
Las distintas partes de la misa –Kyrie, Gloria, Credo, Sanctus, Benedictus y Agnus Dei- están combinadas en el disco con cinco motetes también publicados en 1583:
–In Conceptione Beatæ Mariæ, Quam pulchri sunt (4 voces)
–De Beata Virgine, Trahe me post te (6 voces)
–In festo Assumptionis… Vidi spetiosam (1.ª pars); Quæ est ista (2.ª pars) (6 voces)
–De beata Virg., Nigra sum (6 voces)
–De beata Magdalena… Vadam et circuibo (1.ª pars); Qualis est dilectus (2.ª pars) (6 voces)
Cierra el CD el Ave María a ocho voces de Tomás Luis de Victoria, probablemente su obra más conocida.
Quam pulchri sunt es un disco cuya belleza serena nos introduce en la grandeza de la creación del que sin duda es uno de los principales nombres de la historia de la música europea.
La Capilla Renacentista “Michael Navarrus” es una formación creada dentro de la Coral de Cámara de Navarra cuyo nombre rinde homenaje al maestro de capilla de Pamplona Miguel Navarrus.
Se trata de un conjunto especializado en la recreación de las obras de los maestros del Renacimiento ibérico e hispanoamericano.