Lucía Bonel | Desde siempre, y las nuevas corrientes metodológicas vuelven a incluirla entre sus prioridades curriculares, la música ha desempeñado un papel clave en el desarrollo intelectual ser humano.

Se dice, incluso, que debemos familiarizar a los niños con la música lo antes posible porque, si lo hacemos, estaremos estimulando su inteligencia.

¿Es cierto?: “Sí”, responde la neuropsicóloga Patricia Fernández.

“Nuestro cerebro -continúa- viene preparado ‘de fábrica’ para entender y crear música; y, cuando la percibimos, la actividad cerebral es realmente asombrosa y los beneficios que tiene para nuestro cerebro: maravillosos”.

¿A qué beneficios nos estamos refiriendo? Por si fuera poco, y de entrada, la música “produce placer al cerebro”, afirma Patricia.

“Escuchar música favorece la producción de dopamina en nuestro cerebro; y la dopamina es un neurotransmisor clave en la sensación de placer y bienestar”.

Pero todavía hay mas:

Estimula al cerebro.

La música involucra a más de un área cerebral.

El sistema límbico está claramente ligado con la respuesta emocional ante las melodías: el tono de una canción no solo activa esta zona, también pone en marcha la corteza prefrontal, el cerebelo y el lóbulo temporal.

El ritmo, además, activa la corteza frontal y parietal izquierdas y el cerebelo.

Por otro lado, la letra de una canción ‘despierta’ las áreas del lenguaje -área de Wernicke y Broca-; la corteza visual -al imaginar lo que dice la canción-; y la corteza motora.

Estimula la comunicación y el lenguaje.

Según diferentes estudios, escuchar música a edades tempranas desarrolla la parte izquierda del cerebro, responsable de la memoria verbal.

Por este motivo, niños que han estado en contacto habitual con la música tienen más capacidad para responder ante los estímulos, de concentrarse y aprender.

En definitiva, es muy probable que aprendan antes a hablar.

Favorece el aprendizaje y mejora la concentración.

Numerosos estudios científicos han demostrado que la música, y más concretamente el aprender a tocar un instrumento, desarrolla la atención, la concentración, la memoria, la tolerancia, el autocontrol y la sensibilidad.

Además, favorece el aprendizaje de las lenguas, de las matemáticas, de la historia, de los valores estéticos y contribuye al desarrollo intelectual, afectivo, psicomotor físico y neurológico.

Distintos tipos de géneros musicales provocan diferentes estados de ánimo, así, por ejemplo: la música clásica o la barroca proporcionan al cerebro un mejor ambiente para desarrollar ideas y restablecer conexiones neuronales, que nos permitirán estar más alerta, concentrarnos mejor y mejorar los procesos de aprendizaje.

Mejora la memoria.

La música también activa la memoria automática, que hace que recordemos letras de canciones sin tan siquiera ser conscientes de que las sabemos; salen de nuestra boca como un reflejo.

Tiene, además, una poderosa relación con la capacidad de recordar.

Si uno escucha un tipo de música, en el momento de aprender algo, y escucha esa misma música al recordar, como por ejemplo en una prueba o examen, los resultados son mejores con música.

Pacientes con alzheimer utilizan la terapia musical para recordar eventos o personas, ya que esa enfermedad no consigue devastar la memoria musical.

Favorece la expresión emocional.

Recientes investigaciones demuestran que la música contribuye también al desarrollo saludable de los pequeños porque les crea un ambiente rico que fomenta la autoestima y el desarrollo social, emocional e intelectual, fortaleciendo sus capacidades para establecer relaciones fuertes y sanas con otras personas.

Escrito por Lucía Bonel | Heraldo.es

2 comentarios en «¿Por qué es tan importante la formación musical de nuestros hijos?»

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *