Bajo la coordinación de los profesores de la Universidad de Castilla-La Mancha, Paulino Capdepón y Juan José Pastor, y publicado por la editorial Academia del Hispanismo, investigadores de distintas universidades y centros académicos de España, Francia, Alemania, Canadá, Venezuela, etc.
Han participado en un gran proyecto editorial con el fin de debatir sobre el estado de la cuestión en torno a la personalidad y trayectoria artística de Sebastián Durón y sobre la música española que se inscribe en la época que le tocó vivir, una etapa de la historia española convulsa que se caracteriza por la crisis socio-económica vivida en la última etapa de los Austrias menores y el estallido de la Guerra de Sucesión.
Sebastián Durón Picazo nació en Brihuega (Guadalajara) en 1660.
Se inició musicalmente en la Catedral de Cuenca bajo el magisterio del entonces maestro de capilla Alonso Xuárez, estudiando a continuación órgano en La Seo de Zaragoza con Andrés de Sola, de quien es nombrado sustituto en junio de 1679.
Ejerció posteriormente las plazas de organista segundo en la catedral de Sevilla (1680) y organista primero en las de Burgo de Osma (1685) y Palencia (1686), siendo nombrado en 1691 organista de la Capilla Real en Madrid: en la corte madrileña desempeñó asimismo los eminentes cargos de maestro de la Real Capilla y rector del Real Colegio de niños cantorcicos.
Sin embargo, acérrimo partidario de los Austrias durante la Guerra de Sucesión, Durón se verá afectado al tomar partido por el bando perdedor, por lo que se vio en la obligación de exiliarse a Francia acompañando a Mariana de Neoburgo, esposa del último rey de la dinastía de los Habsburgo en España, Carlos II.
A pesar de que Felipe V le permitió regresar merced a una amnistía, Sebastián Durón prefirió continuar en el exilio francés y falleció en 1716 en Cambo-les-Bains, la ciudad que contemplaría asimismo la muerte de otro gran compositor español: Isaac Albéniz (1860-1909).
Pese al olvido en que había caído desde su fallecimiento, la personalidad y obra musical de Durón comenzó a ser rescatada gracias a la labor pionera y benemérita del catedrático de la universidad de Granada, Antonio Martín Moreno, quien en los años 70 del siglo pasado comenzó a investigar y recuperar su música, especialmente en lo que se refiere al ámbito teatral pues ha editado varias de sus más significativas óperas y zarzuelas así como numerosos estudios.
Precisamente, el capítulo inicial de esta monografía se debe al profesor Martín Moreno, quien glosa magistralmente, como máximo especialista que es en este campo, la trayectoria vital del compositor briocense, aportando un buen número de datos inéditos.
Además del fundamental capítulo inicial, se han abordado diferentes temáticas que tienen como principal objetivo aclarar y dilucidar aspectos relacionados con la biografía de Durón y su producción musical en el contexto de la música europea de aquella época.
Así por ejemplo, se estudian y analiza su contribución al teatro musical de su tiempo desde diferentes puntos de vista (Juan José Pastor, Gordon Hart y Virginia Acuña), su producción en el ámbito organístico (Louis Jambou) o el entorno musical de una de las protectoras de Durón, la reina Mariana de Neoburgo (Stephanie Klauk).
Otros artículos abordan aspectos relacionados con la España musical de Durón y nos ayudan a comprender mejor el ambiente cultural y musical de aquella época: así por ejemplo, y dado que Durón ejerció los cargos de organista y maestro de capilla en distintos centros musicales españoles, se ha tenido por conveniente incluir sendos capítulos sobre la organistía (Victoriano Pérez Mancilla) y el magisterio de capilla (Paulino Capdepón), centrándose específicamente otros dos capítulos en el magisterio del que fuera maestro de Durón, Alonso Xuárez (José Luis de la Fuente), y en la organistía de Fernando de Herrera (Javier Cruz); por su parte, se trae a colación las fiestas reales compostelanas (Carlos Villanueva) mientras que diferentes capítulos están dedicados a la música religiosa y el canto llano en el siglo XVII (Santiago Ruiz) o bien el estudio de las marcas de agua (Judith Helvia García) y el intercambio epistolar (Matilde Olarte) como métodos de investigación, sin olvidar la música profana en época de Durón, como es el caso del capítulo dedicado a las compañías teatrales en Madrid (María Flórez).
Por último se reflexiona en torno a la terminología musical barroca tomando como fuente la narrativa (María Trinidad Ibarz).
Gracias a esta publicación se ha dado un paso de gigante en la recuperación del patrimonio musical de España, que tiene en Sebastián Durón a uno de sus máximos exponentes pues se trata de una de las figuras más emblemáticas de nuestra historia musical, que brilló con luz propia tanto en el ámbito de la música sacra como en el de la música teatral, destacando sus zarzuelas y óperas.
La seriedad y el rigor metodológico han presidido la elaboración de esta amplia y variada monografía que ilustra a la perfección una de las épocas de oro de la música española.
No podemos sino congratularnos por la publicación de esta obra, que a buen seguro supondrá un avance extraordinario en la mejor comprensión del barroco musical hispano y de la propia evolución de la historia de la música española y europea.
Sin duda, uno de los méritos de esta publicación reside en la actualización del estado de la cuestión sobre Sebastián Durón y la música cultivada en la segunda mitad del siglo XVII y los primeros años del siglo XVIII, sin olvidar la novedad que supone ofrecer un conocimiento pormenorizado de aspectos que hasta ahora no habían sido tratados.
Por otra parte, el estudio de aspectos como la organistía y el magisterio musicales en los centros religiosos del siglo XVII ayudan a comprender mejor el contexto histórico-musical en el que desarrolló su carrera el compositor de Brihuega.