Para muchos es un repertorio totalmente desconocido, pero lo cierto es que la música antigua ha encontrado en Gijón un espacio y un público que no deja de crecer.

Lo pudimos comprobar el pasado viernes en el Antiguo Instituto, con un salón de actos lleno para asistir al concierto del dúo «Contrastes Barrocos», una joven formación surgida al calor del impulso que la Academia de Música Antigua está dando a la música renacentista y barroca en la ciudad.

Durante algo más de una hora, Marc Sunyer (viola da gamba) e Iván Fernández (tiorba) dieron vida a unas piezas de museo que, hoy en día, cuesta encontrar en las programaciones de teatros y auditorios, y haciéndose eco de las sonadas reflexiones de Jordi Savall reclamaron más atención para este nicho de nuestro patrimonio musical tantas veces marginado.

El arranque fue pausado, con una de las numerosas recercadas del toledano Diego Ortiz, una pieza con un tema de viola bien definido y desarrollado por medio de múltiples variaciones con la que tomarle el pulso al concierto e introducir a los asistentes en la sonoridad y el lenguaje de este repertorio.

Nos trasladamos después a Escocia, con «The Brown Haired Maiden», una pieza popular para gaita, emulada en esta ocasión por una viola que con las cuerdas dobles conseguía el efecto de roncón y desarrollaba una melodía de ámbito reducido.

Volvimos después a las estructuras cadenciales y a las variaciones sobre un «Ground» de Christopher Simpson, para sumergirnos a continuación en el sentimiento contenido y el espíritu galante de siglo XVIII francés.

Y, de nuevo, vuelta a los aires populares británicos con el empuje del compás ternario en una versión de la balada inglesa «Greensleeves».

Así, viajando de país en país y combinando temas de corte con otros populares, los músicos construyeron un programa variado e interesante.

Iván Fernández interpretó a solo la «Tocata arpegiatta» de Kapsberger, que como su propio nombre indica se conforma a base de arpegios en los que los cromatismos y las disonancias crean la tensión y la expectativa resuelta en las cadencias.

Especialmente emotiva resultó la interpretación de «La soñadora» de Marin Marais, una pieza inseparable ya de la película «Todas las mañanas del mundo» (Alain Corneau, 1991) y que forma parte del repertorio de este dúo desde su formación.

Para terminar, configuraron una suite de la obra de Robert de Viseé, profesor de guitarra de Luis XIV, con preludio, rondó, mussete, chacona y rondó. Una colección de danzas de aire contrastante en la que los músicos se mostraron particularmente cómodos. Como propina, interpretaron una breve pieza de Marin Marais también incluida en la película antes mencionada.

Fue un regalo poder escuchar toda esta música en directo, con el timbre brillante de las cuerdas de tripa de la viola da gamba y la sonoridad delicada de la tiorba.

Un repertorio interpretado de forma compensada por unos músicos que, a pesar de no llevar mucho tiempo tocando juntos, mostraron una buena compenetración.

Es un acierto de la Academia de Música Antigua de Gijón llevar las actividades más allá de la programación del festival anual y programar conciertos y muestras como las de este fin de semana.

Así es como se mantiene vivo este repertorio y como se consolida un público que en Gijón ya es numeroso.

Escrito por Eduardo VIÑUELA | Musicólogo | Ine.es

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