Ocho niños del Conservatorio Profesional de Danza consolidan estos bailes recuperados hace cuatro años.
Se recuperaron hace cuatro años y ya han alcanzado gran esplendor, se trata de las danzas de la octava del Corpus que se celebraron ayer en el Real Seminario del Corpus Christi de Valencia (El Patriarca) con una asistencia masiva de público.
La tradición y el gran esmero con que los alumnos del Conservatorio Profesional de Danza dan vida a las danzas históricas han conseguido consolidar un acto que tiene gran vistosidad y colorido.
Si por la mañana, al término de la misa se ofrecieron 12 ramos de espigas al Santísimo, por la tarde, cobraron protagonismo los cantos de vísperas en gregoriano y las danzas de los infantillos.
«Los manuscritos originales de las danzas del Corpus fueron compuestas por Juan Bautista Comes en 1609.
Eran danzas compuestas para la procesión del octavo día del Corpus. Ahora, las que presentamos, son una recreación y traslación de aquellas que se interpretaban en la procesión del colegio del Corpus», indica Isabel Luna que, junto con Mª Cruz Merino, son las profesoras y coreógrafas de estas danzas.
Los niños que interpretaron estas danzas fueron Mario Escribano; Jorge Morera; Diego Olmier; Mauro Rosaleñ; Miguel Sancho; Santiago Sales; Ramón Vals y Adrián Hernández, todos ellos bajo la dirección de Alicia Gómez Carreres.
Los infantillos danzaron primero junto al altar mayor de la iglesia piezas como ‘Dame la mano zagal’.
Durante la procesión en el claustro se detuvieron en cada una de las cuatro esquinas para danzar ante la Custodia.
La música que se pudo escuchar en directo estuvo dirigida por Rodrigo Madrid, director de la Capella Saetabis. «Cada dos años cambiamos los infantillos porque los niños crecen y no pueden representar el papel», añade Isabel Luna.
En cuanto a la cuidada indumentaria, cabe destacar que fue diseñada por Victoria Liceras.
«Es del estilo XVII. Me basé en unos libros antiguos de patrones, sobre todo del libro de Geometría, Práctica y Patrones de Juan Alcega.
Llevan calzón acuchillado, un jubón, golilla tipo lechuguilla, calzas de hombres, zapatos con orejas y un sombrero similar al que llevaba Felipe II, pero en lugar de negro, como es para niños en rojo eucarístico», indica Victoria Liceras.
Fuente: Diario Las provincias (escrito por Lola Soriano)
¡Enhorabuena por esta magnífica labor!