Somos un animal que baila.
La música es un órgano transcorpóreo, es parte de nuestra naturaleza.
Lo pienso tras conversar con la jovial Sarah Johnson, fundadora del programa de musicoterapia del hospital Poudre Valley y el Centro Médico de los Rockies.
Con fisioterapia, terapia ocupacional y logopedia, ha desarrollado su musicoterapia neurológica, disciplina universitaria en los Estados Unidos.
Sarah Johnson nació hace 59 años en Minnesota y vive entre Polonia y Colorado. La conocí en el V Congreso Nacional de Musicoterapia (realizado en octubre del año pasado en España), organizado por la Associació Catalana de Musicoterapia.
Sarah no se separa de su autoarpa y me ilustra con sus rasgueos.
– ¿La música cura?
– Sabíamos que la música nos hace sentir mejor, y hoy sabemos que además repara funciones fisiológicas.
– ¿Qué funciones?
– Motoras, sobre todo.
Ayuda a caminar mejor a pacientes de parkinson, refuerza la memoria de pacientes de alzheimer, repara parálisis y daños cerebrales tras una embolia…
– ¿Cómo es posible?
– Somos biología con ritmo: el ritmo de los pulmones que respiran, el ritmo del corazón que late, el ritmo de la marcha bípeda…
– ¿Y?
– Escuchar un ritmo ayuda al cerebro a reconstruir conexiones neuronales que regirán funciones motoras dañadas.
– ¿Mi cuerpo es un rock o un vals?
– Un metrónomo acompasado.
La musicoterapia neurológica ayuda a acompasarlo.
Esta práctica ayuda a caminar mejor a pacientes de parkinson, refuerza la memoria de pacientes de alzheimer y repara parálisis y daños cerebrales tras una embolia
– Deme un ejemplo de musicoterapia.
– George es un paciente mío que tras padecer una embolia sufrió un grave daño cerebral que le dejó paralizado…
– ¿Del todo?
– Sí, como una piedra. Dos ayudantes míos lo incorporaron y, una vez sentado, lo balancearon a izquierda y derecha, al ritmo en que yo tañía mi autoarpa…
– ¿Este instrumento de cuerda?
– Una especie de cítara de 37 cuerdas con barras amortiguadoras de acordes, ideal para marcar ritmos. A cada balanceo, George, con los hombros, iba tocando una pandereta sostenida por mis dos ayudantes…
– ¿Qué se consigue con eso?
– Las conexiones neuronales, guiadas por el ritmo musical, se recomponen más fácilmente. Tras cuatro años de ejercicios, ¡hoy George camina y conduce su auto! Puede desplazarse con plena autonomía. ¡Ha vuelto a la vida activa y plena!
– Sin musicoterapia, ¿lo habría hecho?
– No puedo saberlo, quizá sería paralítico, no sé. ¡pero yo me alegro de haberle ayudado!
– ¿Sirve esta técnica a los parapléjicos?
– No si hay rotura de médula espinal, porque interrumpe la conexión cerebro-músculo.
Las conexiones neuronales, guiadas por el ritmo musical, se recomponen más fácilmente
– Cuénteme otro caso fructífero.
– Thomas padece un parkinson que le hacía caminar con pasitos muy cortos e inseguros, y con alto riesgo de caídas.
Escuchar ritmos acompasados lo ha guiado a caminar con paso largo y firme.
Y aquí sí dispongo de un dato bien contrastado…
– ¿Cuál?
– Los pacientes de parkinson que siguen esta técnica reducen un 80% el número de caídas con respecto a los que no la siguen.
– ¿Cómo nació la musicoterapia neurológica?
– Los fundadores, a mediados del pasado siglo, son E. Thayer Gaston, William Sears y Robert F. Unkeer, psicólogos y neurólogos. Antes sólo hubo referencias sobre instrumentos musicales en rituales chamánicos, mistéricos, visionarios, religiosos…
– ¿Sabemos cuál fue el primer instrumento de la historia?
– Las cuerdas vocales humanas y una flauta de hueso de hace 45.000 años, por ahora…
– Y los tambores en las guerras.
– Para asustar y hacer flaquear al enemigo. El poder emocional de la música es evidente.
Cantar es una actividad que implica a casi todas las áreas cerebrales, por el sonido, el ritmo, la letra… Un gran masaje cerebral
– ¿Qué otras dolencias puede aliviar la musicoterapia neurológica?
– Enfermedades raras de origen neuronal, como el síndrome de Rett, autismos, disfunciones logopédicas, parkinson, alzheimer, ictus… El canto ayuda mucho.
– ¿Cómo es eso?
– Cantar es una actividad que implica a casi todas las áreas cerebrales, por el sonido, el ritmo, la letra… Un gran masaje cerebral.
– Músicos y cantantes ¿son más sanos?
– Los músicos que tocan instrumentos desde niños tienen un 30% más grande el cuerpo calloso, que es el haz que conecta ambos hemisferios cerebrales: su cerebro está mejor integrado.
Pronto aparecerán muchos estudios científicos sobre musicoterapia cognitiva y técnicas que mejoren las capacidades intelectivas…
– ¿Escuchar crea conexiones neurales?
– La repetición de ritmo y melodía estimula conexiones neuronales, ¡desde luego! Para reforzar el hemisferio derecho del paciente, le pido que siga un ritmo con su mano izquierda palmoteándose el muslo…
– ¿Desde qué edad oye el cerebro?
– Desde el sexto mes de la concepción, en el útero, reconoce la voz materna y otros sonidos. Por eso usamos una musicoterapia prenatal, y sabemos que el feto aprende el ritmo de las pulsaciones de su madre…
– Todo está conectado y todo es musical.
– Sí, y llegarán pronto muchos estudios científicos sobre musicoterapia cognitiva y técnicas que mejoren las capacidades intelectivas…
– Dicen que escuchar música de Mozart acrecenta la inteligencia.
– Es una creencia infundada. A cada cerebro le gratifica un tipo de música: los hay que se relajan con un vals, otros con heavy metal… Intervienen emociones, memoria personal…
– ¿Y los sordos?
– Sienten vibraciones y pueden bailarlas. El cerebro es tan dúctil que sabe compensar unos sentidos con otros.
– Siempre nos quedará la música, veo.
– ¡Hasta el final! Si la medicina paliativa aplica musicoterapia neurológica, el enfermo terminal vivirá en su despedida cálidas experiencias junto a sus seres queridos.
* Para mayor información, se puede visitar el sitio web Musictherapy.org, de la American Music Therapy Association (en inglés).
Escrito por Víctor-M. Amela / La Vanguardia y Clarín
Importantísimo mamis!!!!!!
Parece mentira.Pero es muy cierto.
😉