A lo largo del siglo XV, el término ministriles es usado para designar a los instrumentistas de viento asociados a la corte, a la iglesia o constituidos en compañías con funcionamiento autónomo para servir fiestas de carácter público o religioso. Sus interpretaciones instrumentales del corpus vocal del Renacimiento diluyen las fronteras entre lo sacro y lo profano y hacen de estos conjuntos de instrumentistas los principales agentes en la difusión del repertorio internacional en las coronas hispanas. Durante el siglo XVI, los ministriles formarán parte consustancial del paisaje musical de las ciudades y su presencia se hará visible en numerosos escenarios de variada naturaleza tanto en la esfera sacra como en las calles y plazas, tañendo instrumentos de caña y lengüeta, de madera y metal, que irán diversificándose conforme avance la centuria, con la incorporación más tardía de la familia del bajón. Cornetas, flautas dulces, chirimías, sacabuches, trompetas y orlos, en agrupaciones puras de instrumentos de distinta tesitura, pertenecientes a una misma familia, o en variadas combinaciones mixtas, fueron tañidos por compañías constituidas por un número de miembros que oscilaba, habitualmente, entre cuatro y seis.
El repertorio musical de los ministriles
¿Qué música tañían los ministriles? De todo el repertorio que aparece en los inventarios de las catedrales para el uso de ministriles (decenas de fuentes), solamente han llegado a nuestros días un número muy escaso de libros de los que destacan: San Pedro-1 y “Lerma Codex”, procedentes de la Colegiata de San Pedro (Lerma, Burgos), de finales del siglo XVI y principios del siglo XVII; el Manuscrito 975 de la Biblioteca Manuel de Falla de Granada (E-GRmf 975), fechado en la década de 1560 y el Libro de Polifonía 19, conservado en la Catedral de Puebla, en México, datado casi un siglo después, pero que comparte gran cantidad de obras. El análisis del contenido musical de estos libros indica la existencia de géneros litúrgicos destinados a la misa y el oficio de las horas —salmos, himnos y magníficats—, motetes y “canciones”, bajo cuya genérica denominación, en el siglo XVI, se incluían todas aquellas composiciones en lengua vernácula incorporadas en estos volúmenes: villancicos, chansons y madrigales.
Los integrantes del Ensemble La Danserye, grupo constituido en 1998 en Calasparra (Murcia, España) para el estudio, recuperación e interpretación de la música de ministriles, comparten algunas particularidades que caracterizaron a los antiguos grupos de ministriles: su carácter autónomo, los lazos familiares habituales entre sus miembros y su versatilidad en el uso de distintos instrumentos. Tras varios años de estudio, a lo largo de 2014 han visto la luz dos de los proyectos de investigación que La Danserye ha realizado sobre los ministriles, sus instrumentos y su repertorio. En concreto se han publicado dos registros discográficos dedicados: 1) al Libro de Polifonía 19 (Puebla, México), publicado por la Sociedad Española de Musicología, dentro de su colección El Patrimonio Musical Hispano y 2) al Manuscrito 975 de la Biblioteca Manuel de Falla (Granada, España), publicado por el sello Lindoro, ambas primeras grabaciones mundiales. Paradójicamente, no existía ningún trabajo monográfico dedicado a estos libros a pesar de ser el registro más fiable para tratar de reconstruir el repertorio de estos grupos.
En ambos registros se ha realizado una selección de las piezas cuya única fuente hasta el momento está en los citados manuscritos. Entre ellas destacan las canciones de Philippe Rogier contenidas en el Puebla 19 o los motetes de Francisco Guerrero: Pie Pater Hieronyme, a 5 (Puebla 19), O Quam Super Terram, a 5 y Christe Potens Rerum, a 5, estos dos últimos provenientes del Manuscrito 975 de la Biblioteca Manuel de Falla. Sorprende el gran número de obras que comparten ambos manuscritos (18), de los que varias piezas son fuentes únicas en ambos libros: un Benedictus a 4 de Francisco Guerrero, las chansons J’ay conge pris a 4, de Gombert y Pane me ami duche, de Thomas Crecquillon, un verso sobre el Pange Lingua, a 5 voces de Rodrigo de Ceballos y las versiones con el mismo final diferente a los originales de la villanesca Mi ofensa es grande, a 5 de Francisco Guerrero y del madrigal Il ciel che rado, de Jacques Arcadelt. Completan los registros obras de maestros conocidos, como Cristóbal de Morales, Pedro Guerrero, Pedro Ruimonte, Juan Navarro, Orlando di Lasso, Josquin des Prez, Clemens non Papa o Clément Janequin junto con piezas de maestros menos conocidos, como es el caso de Ginés Martínez de Gálvez, Gil de Ávila, Lupus Hellinck o Pierre de Manchicourt.
La interpretación desde la fuente original
Se han utilizado unos 25 instrumentos diferentes (cornetas, cornetas mudas, chirimías, sacabuches, bajoncillos y bajones, orlos y flautas dulces), combinados por afinidades tímbricas en un total de 8 combinaciones diferentes que incluyen texturas puras (flautas y orlos) y mixtas. Las fuentes musicales usadas han sido directamente reproducciones facsímiles de los manuscritos originales. Esta relación directa entre intérprete y obra (sin mediación de transcripción) es una práctica que exige del músico no sólo habilidades como ejecutante sino también como editor “en vivo” para realizar transportes, corregir errores, añadir alteraciones (música ficta), etc. En este sentido, es posible que el formato de la música (libro de facistol) y notación (mensural) determinase en alguna medida la sonoridad final, que sería muy distinta si la música se interpretase a partir de transcripciones modernas. Ello supone una forma totalmente distinta de concebir, interpretar y escuchar el repertorio, donde la existencia ineludible de un compás marcado (tactus) genera un «fraseo» más libre y cadencias sin retardos, entre otras cosas. La propia ubicación de los músicos, agrupados en torno a un facistol, da como resultado una estética muy distinta a la que hoy en día se usa para la interpretación de este repertorio.
En conclusión, se pretende ofrecer al público en general un recorrido por la música de ministriles que podía escucharse tanto en España como en el Nuevo Mundodurante la segunda mitad del siglo XVI y el siglo XVII, realizadas con el objetivo de ser, además de aportaciones propiamente sonoras, documentos musicológicos fruto de la investigación y experimentación históricamente informada en colaboración con reconocidos musicólogos, para así contribuir a la difusión y el conocimiento de nuestro patrimonio musical.
Más información: http://www.ladanserye.com
Próximas actuaciones
XII Festival de Música Española de Cádiz (España)
Sábado, 22 de Noviembre de 2014, 12:00 h.
Iglesia de Santo Domingo
XVIII Festival de Música Antigua de Úbeda y Baeza (España) – Ciclo Vandelvira
Sábado, 22 de Noviembre de 2014, 20:00 h.
S. I. Catedral de Jaén
En La Semana de Música Antigua de Estella ….