Las ninfas, hijas de Zeus y Tetis, viven «en la primera espuma de una fuente, en el destello del surtidor y en el reflejo de las aguas cuando la fronda permite asomar unos rayos de sol.

Se bañan curso abajo, dejan estelas con su cuerpo. […] Cantan, tocan instrumentos, danzan.

No quieren ser vistas y, pese a ello, los ojos de los dioses y los hombres, ocultos y al acecho detrás de unos matojos, las ansían. Son amadas y, sólo a veces, aman».

Claudio Monteverdi, hojeando las Poesie de Rinuccini, se fijó en la canzonetta que, por fortuna, habría de convertirse en el Lamento della Ninfa: una pieza de singular belleza, delicada e inolvidable.

Sólo un músico tan transgresor, que aspiraba a lograr la adecuación de la melodía a la emotividad para hacer audible lo silenciado hasta entonces, podía dar voz al desgarro de unas criaturas que viven entre dos mundos pero no pertenecen enteramente a ninguno.

Este hermoso texto de Ramón Andrés recorre a través del arte, la literatura y la música la historia de ese mágico encuentro del maestro italiano con su ninfa; un homenaje incomparable al amor por la hermosura.

CONTENIDO

I. La humedad
II. Del consuelo y la brisa imaginaria
III. Agudos dardos de la voz
IV. El afecto en el pecho
V. «Miserella». El descenso

TÍTULO: CLAUDIO MONTEVERDI: LAMENTO DELLA NINFA
COLECCIÓN: Cuadernos del Acantilado, 79
TEMA: Música
AUTOR: Ramón Andrés
ISBN: 978-84-16748-43-3
EDICIÓN: 1ª
ENCUADERNACIÓN: Rústica cosida
FORMATO: 11,5 x 18 cm
PÁGINAS: 144

El Lamento de la ninfa (Lamento Della Ninfa) es uno de los más célebres madrigales del compositor italiano Claudio Monteverdi.

Forma parte del octavo libro de madrigales, denominado «Madrigales guerreros y amorosos», recopilación de 1638 que fue dedicada al emperador Fernando III de Habsburgo.

Está compuesto para soprano, dos tenores, un bajo y bajo continuo, y el texto está basado en una canzonetta de Ottavio Rinuccini.

Original en Italiano
Non havea Febo ancora
recato al mondo il dì,
ch’una donzella fuora
del proprio albergo uscì.
Sul pallidetto volto
scorgeasi il suo dolor,
spesso gli venia sciolto
un gran sospir dal cor.
Sì calpestando i fiori
errava or qua, or là,
i suoi perduti amori
così piangendo va:
«Amor», dicea, e ’l piè,
mirando il ciel, fermò,
«Dove, dov’è la fe’
che ’l traditor giurò?»
Miserella, ah più no, no,
tanto gel soffrir non può.
«Fa che ritorni il mio
amor com’ei pur fu,
o tu m’ancidi, ch’io
non mi tormenti più.
Non vo’ più ch’ei sospiri
se non lontan da me,
no, no che i martiri
più non darammi affè.
Perché di lui mi struggo,
tutt’orgoglioso sta,
che si, che si se ’l fuggo
ancor mi pregherà?
Se ciglio ha più sereno
colei che ’l mio non è,
già non rinchiude in seno
amor si bella fè.
Né mai sì dolci baci
da quella bocca avrai,
nè più soavi, ah taci,
taci, che troppo il sai.»

Sì, tra sdegnosi pianti,
spargea le voci al ciel;
così nei cori amanti
mesce amor fiamma e gel.

Traducción al español
Febo no había todavía
revelado al mundo el día,
cuando una muchacha salió
de su propia casa.
Sobre su pálido rostro
afloraba su dolor,
y a menudo provenía
de su corazón un gran suspiro.
Andando sobre las flores
iba vagando, aquí, allá,
llorando de esta manera
su amor perdido:

«Amor», decía, deteniendo el pie,
mirando el cielo,
«¿Dónde, dónde está la fidelidad
que el traidor me juró?»
Pobrecilla, no puede más, ay,
ya no puede soportar tanto sufrimiento.
«Haz que vuelva mi amor
tal como antaño fue,
o déjame morir, para que
no sufra más.
No quiero ya que él suspire
sino estando lejos de mí,
no, no quiero
que me dé más dolores.
Pues el saber que por él ardo
satisface su orgullo,
quizá, quizá al alejarme
él, a su vez, empezará a rogarme.
Si ella tiene para él más serena
mirada que la mía,
sin embargo no alberga en su seno
un amor que sea tan fiel como el mío.
Ni tendrá nunca
besos tan dulces de esa boca,
ni más tiernos, ay calla,
calla, él bien lo sabe.»

Así, entre amargas lágrimas,
llenaba el cielo con su voz;
así en el corazón de los amantes
el amor mezcla el fuego con el hielo.

Esta obra se divide en tres partes.

En las secciones primera y tercera el trío de dos tenores y bajo se mueven en el ámbito descriptivo y contemplativo característico del madrigal tradicional. Comienzan con el relato de la joven ninfa que deja su casa para internarse en el bosque clamando desconsoladamente por su amante que la ha abandonado, y finalizan con una moraleja acerca del amor.

La parte central está protagonizada por la ninfa entonando su patético lamento, con un viraje de la tercera a la primera persona, característica del genere rappresentativo muy utilizado por Monteverdi en el octavo libro de madrigales.

El carácter teatral es intensificado por las libertades rítmicas que Monteverdi concede a la cantante, “que va cantando siguiendo el tiempo del sentimiento” (“qual va cantato a tempo dell’affetto del animo”), de acuerdo a la indicación del compositor.

Esta libertad rítmica se equilibra con el bajo ostinato, una serie de cuatro acordes descendentes (la, sol, fa, mi) que se repite a lo largo de toda esta sección, y que establece el ordenamiento armónico de toda la pieza.

A la voz de la soprano se suma el comentario de las voces masculinas, que contemplan la escena y se compadecen de la ninfa, repitiendo en forma irregular la estrofa “Miserella, ah più no, no, tanto gel soffrir non può”. De esta manera se establecen dos planos sonoros que subrayan el dramatismo de la escena.

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