Varias razones justificaban el penúltimo encuentro, en la Sala María Cristina, del Festival de Música Antigua, organizado por la OFM.

Precisamente ésta, en su vertiente más pedagógica, con una premonitoria visión de las metas técnicas a alcanzar entre los intérpretes más jóvenes, ha cedido parte de su protagonismo a uno de los proyectos que en los dos últimos años hemos aplaudido, y en la medida posible alentado, como es la Joven Orquesta Barroca de Andalucía.

Conjunto que debe asumir en el momento que toma la forma de audición pública la opinión del oyente, puesto que la interpretación está sujeta a elementos de evaluación, mucho más si cabe, en la medida que aportan anotaciones y matices que salen fuera del pautado, singularizándose las interpretaciones de las simples reproducciones, apreciable desde la butaca.

La JOBA, desde sus inicios, se ha convertido en un proyecto pionero en España, alentado por su director y concertino, Michael Thomas.

A su dilatada faceta como intérprete y compositor, suma de manera entusiasta un punto donde compartir experiencia a través de la docencia para este seleccionado grupo de jóvenes estudiantes andaluces.

El concierto pasado se alejó de la etérea especulación para ofrecer un repertorio asumible, con criterios estéticos muy concretos, pero sobre todo reconocibles, que justifican el esfuerzo y los recursos dedicados.

Todo depende de la continuidad del proyecto, punto de partida de esta clase acciones formativas, que con el tiempo está llamada a adquirir una dimensión más amplia y permeable a la participación internacional.

Con esta primera promoción obtenemos un instrumento de primera mano para valorar el alto nivel alcanzado por los conservatorios andaluces, capaces de formar a profesionales que con sacrificio capacitan para iniciar una carrera profesional.

Afortunadamente, el divismo es un pavo que tarde o temprano tiene su navidad, y Thomas ha conseguido inculcar entre sus atriles, sentido del trabajo pero sobre todo gusto musical, como prueba el Marcello, Haendel o el Bach de este miércoles.

Existen numerosas grabaciones de la partitura publicada por Ricordi, a finales de los 50, bajo el pretexto de pertenecer a fragmentos de T. Albinoni, lo cierto es que su audición resulta cercana y sensible.

Thomas enriquece las cuerdas con el clave y la guitarra barroca del almeriense Juan Francisco Padilla, que acompaño a la JOBA en las obras programadas.

Del manido Giazotto, llegó un Scarlatti vibrante y decidido desde el allegro inicial, de su Concerto Grosso HWV 323, destacando el papel del concertino, seguro e intachable, sobresaliente en el reto de la Suite numero 1 de Bach.

Moisés Jiménez destacó en una doble faceta como miembro de la orquesta y solista al ofrecer su versión del Concierto para oboe y cuerdas en re menor de A. Marcello. Jiménez optó por mimar la técnica con frases propias de intérprete consagrado.

Finalmente, la JOBA atacó un respetuoso Bach, cierre de programa y promoción. La Suite nº 1 BWV 1066 fue un acierto de agilidad y cuerpo; sin duda, el resumen del intenso trabajo de estos dos años.

Escrito por ALEJANDRO FERNÁNDEZ

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