Cuyos Ayres, el septeto coral-instrumental creado por Ramiro Albino, es una máquina del tiempo que navega sobre un momento específico del pasado.
Como si fuera un séquito de exploradores especializados, en su viaje sólo les interesa examinar algunos singulares objetos de estudio que forman parte de la gigantesca constelación de obras creadas durante aquel siglo y medio en que reinó el barroco, cercado entre los años 1600 y 1750.
En esta búsqueda y rescate de notas de colección preclásicas, el meditado plan del ensamble está pulsionado en primera instancia por una idea fundacional; intentar convertir cada presentación en un portal en el presente abierto al pasado, donde el espectador respire sensorialmente y con autenticidad histórica la atmósfera de aquellos conciertos, su textura audiovisual, sus evocaciones trascendentales, su juego dramatúrgico, tal como fueron interpretados en templos, conservatorios y teatros por toda Europa.
Este conjunto de cámara, integrado por cinco cantantes más órgano y arpa, debutó en diciembre con una línea de oratorios romanos del siglo XVII. En este, su tercer concierto, se presentarán en dos funciones (hoy y mañana en Nave Cultural) y su programa continuará en la atmósfera umbría con oratorios y motetes compuestos especialmente en aquellos tiempos para la devoción mariana de la mano de seis autores contemporáneos al compositor Giovanni Giacomo Arrigoni (1596 – 1675), cuyo nombre de una de sus obras le da título a este concierto: Tota pulchra es Maria.
Repertorio mariano
El título – cuya traducción del latín significa “Toda hermosura eres, María”- nos da una clave precisa de este espectáculo; hace referencia a un motete escrito en el siglo IV por Francisco Guerrero (1528-1599), referente de la música sacra española del Renacimiento, que en aquellos tiempos se usaba como preámbulo de las celebraciones a la Virgen María.
Con frases extraídas de los libros religiosos “El Judith” y el “Cantar de los Cantares”, en 1925 el mencionado Arrigoni elevó al motete a la categoría de aclamación musical, convirtiéndola en una especie de leiv motiv de la Virgen. La obra fluyó por las congestionadas corrientes de sonidos litúrgicos del Barroco y se hizo muy popular en Italia. “Siempre tuve interés en el oratorio como género híbrido entre lo concertante y la ópera” relató Ramiro Albino. “Los oratorios del primer Barroco se escribían para las fiestas principales del año litúrgico. Sin embargo, el tema mariano es fundamental en el espíritu contrarreformista: la devoción a la Virgen es un signo distintivo de la iglesia de Roma, pero al mismo tiempo es algo identitario”.
En este programa, a esta “Tota pulchra…” se agregan también partituras de Severo Bonini; Claudio Monteverdi; Ruggiero Giovannelli ; Giovanni Francesco Anerio y Alessandro Grandi, junto a rezos sacros anónimos y más antiguos.
No obstante, en un océano de posibilidades musicales desde el nacimiento de la ópera hasta la muerte de Bach, el abordaje del proyecto de Albino está lejos de restringirse solamente en la tarea de búsqueda y rescate de la fidelidad sonora de oratorios romanos. Es apenas la punta del iceberg. Más allá de las voces, el arpa y el órgano, el montaje escénico está planificado en detalle. La estética visual, por ejemplo, está inspirada en pinturas tenebristas de Caravaggio, Georges de la Tour y Zurbarán. Al escenario también se le agrega la retórica corporal característica del período en el contexto de lo que fue la aparición de la ópera como género.
“Para las puestas nos basamos en aquella idea barroca de hacer un canto que hable” explicó Ramiro, “es decir hablar, contar, narrar con la música. El oratorio es un ejemplo claro; la épica cristiana se narraba bajo un estricto control moral, la imaginación del público era fomentada, pero también controlada, para que estuviera sólo al servicio de la oración y el recogimiento”, describió Ramiro.
Luego de esta presentación, Cuyos Ayres expandirán su agenda de conciertos en San Juan, San Luis y Buenos Aires. Con los inminentes estrenos de la “Misa para el día de San Miguel Arcángel” obra mexicana del siglo XVIII y el formato “Letras prohibidas”, con música y poesía de conventos de monjas de ambos lados del Atlántico, el ensamble amplía su repertorio a las riquezas del barroco hispanoamericano.
Cabe destacar que el multifascético director -también crítico, profesor, comunicador social- dirige en simultáneo Capilla del Sol, otro ensamble barroco estricamente hispanoamericano que este año debutó a sala llena en el Teatro Colón.
Pablo Pereyra- ppereyra@losandes.com.ar