Día Europeo de la Música. Solista: María Espada, soprano. Componentes: Enrico Onofri y Pedro Gandía, violines; Mercedes Ruiz, violonchelo; Ventura Rico, contrabajo; Miguel Rincón, tiorba; Alejandro Casal, clave. Programa: Obras de Juan Manuel de la Puente, Francisco José de Castro, Arcangelo Corelli y Antonio Vivaldi. Lugar: Iglesia de Santa Ana. Fecha: Jueves 21 de junio. Aforo: Lleno.
En otoño, la Orquesta Barroca de Sevilla ofreció, dentro del Proyecto Atalaya que impulsa la Junta de Andalucía con las universidades de la comunidad autónoma, un programa con obras policorales del maestro de capilla de la catedral de Jaén Juan Manuel de la Puente (1692-1753). Aquel programa, solemne y exuberante, se complementó anoche con una música de carácter más intimista debida también al maestro jiennense.
Se trató de cuatro cantatas para soprano con violines, espléndidamente escogidas por su variedad, de las que la emeritense María Espada brindó versiones soberbias, magníficamente acompañada por una OBS reducida que comandó desde el primer violín uno de los mayores talentos del instrumento en nuestros días, el italiano Enrico Onofri.
La música de De la Puente es claramente italianizante en forma (arias y recitativos; solo la tonada final se presentaba en la estructura tradicional de la música española, en estribillo y coplas) y fondo, con detalles de retórica muy característicos de la época (esa suspiratio de la primera aria de Del risco se despeña la fuentecilla; la coloratura sobre «Deidad» del final de Con el más puro fervor…) y un virtuosismo que se desató especialmente en esta segunda cantata. Espada, voz clara, ancha, solar, brillantísima siempre, supo moverse con elegancia suprema entre tanto afecto contrapuesto, del patetimso de Del risco a la exaltación de Con el más puro fervor, la ternura delicadísima de El ciervo que va herido y el tono ligero de Lavanderita soy.
Exquisito acompañamiento, que buscó siempre reforzar el carácter expresivo de cada pasaje. Los Solistas de la OBS completaron programa con una serie de sonatas en trío en las que Enrico Onofri lució su lirismo encantador y su refinamiento en la dosificación de acentos, volúmenes e intensidades, que alcanzaron la cima de la brillantez en una deslumbrante sonata de Vivaldi.
Escrito por Pablo J.Vayón | www.diariodesevilla.es