Este verano el laudista y vihuelista Alfred Fernández ofrecerá dos recitales de vihuela y laúd renacentista con música de Francesco Spinacino.

– El 29 de julio en la Sala de Audiciones de la Plazuela de la Cárcel en la localidad de Sigüenza. El recital se engloba dentro de las actividades que promueve la ASOCIACIÓN DE VIOLERÍA Y ORGANOLOGÍA INSTRUMENTAL ROMANILLOS- HARRIS.

– El 31 de agosto  en el ciclo LAUS POLIPHONIAE (AMUZ) en la localidad belga de Amberes (http://www.amuz.be/en/concerts/alfred-fernandez).

A principios del siglo XVI el fabricante de papel, editor e impresor veneciano Ottaviano Petrucci (1466-1539) inventó un sistema de tipos móviles que fue fundamental en el desarrollo técnico y cultural de la imprenta. A partir de ahí y gracias a la facilidad de impresión de tal invento, empezaron a proliferar en sus talleres ediciones fundamentales de autores del Renacimiento como Josquin Desprez, Antoine Busnois o Francesco Spinacino.

Aunque Francesco Spinacino fue considerado en su época uno de los más importantes laudistas europeos, siendo comparado no pocas veces con el gran Orfeo, su vida sigue siendo un misterio. Lo único que sabemos de él es que nació en una pequeña ciudad italiana cercana al Mar Adriático, denominada Frossombrone y que su obra se publicó en Venecia en 1507.

Spinacino además tiene un doble honor: ser el primer laudista de la historia que imprimió su obra y ser el primer músico que incorporó el término Recercare en el panorama musical.

Su música destila una extraña belleza. Es como una improvisación que discurre por misteriosos e intrincados senderos. Retórica musical pura, discurso sin fin. Una verdadera exquisitez. 48 transcripciones de interesantísima música vocal de la época y 27 recercares son la herencia de este “atrevido” y avanzado músico.

En este programa Alfred Fernández ha seleccionado un buen número de sus maravillosos Recercari. Además ha incorporado unas sencillas piezas de su gran contemporáneo Josquin Desprez, transcritas por los vihuelistas castellanos del XVI Miguel de Fuenllana (Fl. 1554) y Enríquez de Valderrábano (Fl. 1547) , con el fin de “enfrentar” dos maneras de trabajar, dos texturas musicales de dos de los mejores músicos del Renacimiento.

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