El panorama de la música antigua en España cada vez cobra más fuerza. Cada vez son más abundantes las nuevas propuestas y los proyectos que nos ayudan a conocer y comprender mejor los sones de siglos pasados, desde perspectivas a menudo inéditas y en todo caso interesantes. Debemos celebrar que cada vez hay más grupos de jóvenes intérpretes con ganas de hacer cosas en este campo.
En esta ocasión Accademia del Piacere nos acerca con su disco Cantar de Amor los sones del desconocido primer Barroco español. Algunos afortunados pudimos asistir a la presentación del proyecto en el Auditorio Nacional el pasado enero, unos días antes de su grabación.
El CD se centra en una época oscura en la música de nuestro país -oculta pero no ausente-, de la que poco a poco vamos sabiendo más,gracias al trabajo investigador de conjuntos como éste que dirige el violagambista Fahmi Alqhai, o como La Galanía de la soprano Raquel Andueza, que realizó un magnífico ejercicio en este campo en 2010 con Yo soy la locura.
Se trata de un siglo turbulento y confuso que se abre con la obra de un viejo soldado de don Juan de Austria, que en los últimos años de su vida proyecta la nostalgia del pasado glorioso de una España ahora en descomposición en su patético personaje. Sin quererlo y sin saberlo, creando a aquel heroico manchego Cervantes estaba inventando al personaje de la novela contemporánea (o al hombre contemporáneo), si nos atenemos a las teorías del crítico literario Harold Bloom.
El orden de la forma artística renacentista se funde y se disuelve, complicándose y amparándose en los contrastes. El crítico de arte suizo Heinrich Wölfflin lo expresa de este modo: “El siglo XVII encontró belleza en la oscuridad que devora la forma. El estilo del movimiento, el impresionismo, se atiene por naturaleza a una cierta imprecisión.” Hablamos de la ambigüedad, de huir de claridad y de la línea para entrar en el campo del claroscuro y de lo pictórico. Del Barroco, en suma, y la música no es ajena a estos principios plásticos.
Prueba de esta dicotomía, de este juego de contrastes, es la combinación presente en Cantar de Amor de piezas burlescas y jocosas junto a temas que expresan de forma sublime el dolor producido por las heridas del amor. El querer como juego cómico y como enfermedad de alma. Todo cabe.
Nuestra España tradicionalmente parece haber quedado al margen del movimiento Barroco que arranca en Italia a finales del XVI supeditando la música a la palabra. Pero no es así. La riqueza del primer Barroco musical español que nos trae la Accademia de Piacere brilla con luz propia, a pesar de que la influencia de las formas del Barroco europeo no empieza a sentirse en nuestras partituras hasta principios del siglo XVIII.
Fue un periodo artístico singular a pesar del declive social y político, como reconoce Antonio Cánovas del Castillo (Historia de la decadencia de España, 1910): Al acabar el siglo XVI, sentía la nación cierto cansancio disculpable en lo grande de las obras que había ejecutado, y de las empresas que durante el anterior había acometido. Pero era cansancio, no decadencia aún lo que sentía. [..] Todavía nuestros historiadores eran los más doctos y más elegantes, y nuestros poetas y novelistas, y arquitectos y pintores daban aún asombro a los presentes, esperando a que llegase el tiempo de infundirlo en los venideros. No era natural ni normal que en una época en la que, a pesar de la crisis económica e institucional, España manifiesta un florecimiento espectacular de las artes plásticas, de la arquitectura y de la literatura, en una era de esplendor cultural sin parangón, que la música quedase al margen del fenómeno.
Los miembros de la Accademia junto al tenor Juan Sancho, que pone su voz al proyecto, han querido articular este homenaje al Siglo de Oro en torno a la figura del compositor Juan Hidalgo y a los músicos españoles e italianos con los que coincidió en la corte del monarca Felipe IV.
Hidalgo es uno de los precursores de la ópera en España, aunque ésta no llegó a cuajar como género aquí, cediendo el protagonismo a la zarzuela patria. A pesar de que su nombre no suele aparecer en los manuales sobre historia universal de la música, la calidad de su obra es equiparada a la de sus contemporáneos Lully y Purcell, que marcan y definen una etapa en la historia de la música europea.
Nos encontramos en Cantar de Amor con una selección de catorce temas de la época de figuras como Juan Hidalgo, Gaspar Sanz, José Marín, Francisco Guerau, Mateo Romero “Capitán” y Andrea Falconieri. Desde los ritmos más festivos a los más sentidos.
Juan Sancho nos lleva con su voz desde el juego desenfadado de No piense Menguilla ya de Marín, Trompicávalas Amor y Ay, que me río de amor de Hidalgo, hasta la belleza de los cantos desesperados Esperar, sentir, morir y La noche tenebrosa. Nos encontramos a lo largo del disco con unos textos que nos recuerdan que proceden del gran siglo de las letras españolas, como por ejemplo, el de Esperar, sentir, morir, firmado por Melchor Fernández de León:
“Esperar, sentir, morir, adorar,
porque en el pesar de mi eterno amor
caber puede en su dolor
adorar, morir, sentir, esperar.”
La música y las letras van muy unidas de la mano en este siglo XVII como prueba el hecho de a primera ópera de la que se tiene noticia en nuestro país, La selva sin amor, llevaba el libreto firmado por el mismísimo Lope de Vega.
Los temas instrumentales comparten protagonismo con los que canta Sancho y entre ellos destaca por su belleza melancólica Marionas de Francisco Guerau, una auténtica delicia para los oídos.
La formación de Accademia del Piacere incluye a los hermanos Alqhai, Fahmi y Rami, y a Johanna Rose a las violas da gamba y otros instrumentos de arco, a Javier Núñez tocando el clave (que el año pasado firmó en solitario un magnífico disco sobre música italiana para tecla), Enrike Solinís a la guitarra barroca y archilaúd, y finalmente, incorpora al veterano percusionista Pedro Estevan.
El director del proyecto, Fahmi Alqhai, relata en el vídeo del making of de la obra cómo el equipo ha trabajado recomponiendo material instrumental y metiéndolo en la propia estética de la Accademia. Como en otros trabajos del conjunto, a pesar de ser un disco clásico de términos de contenidos han pretendido realizar una aproximación novedosa al tema tratado.
“Nunca hay una lectura somera de lo que es la música” afirma Alqhai. Esta música les ha llegado “casi como un esqueleto” y el trabajo artístico consiste en investigar cómo hubiesen sonado estas piezas en la época en que fueron compuestas. Y es que la música antigua tiene no poco de arqueología.
Accademia del Piacere busca realmente dejar una huella muy personal en cada trabajo que llevan a cabo relacionado con la música antigua, tratando de llevarlo a su terreno y de ponerle sentimiento, o corazón, como dice Fahmi.
Innovadores como pocos, los miembros de la Accademia, sorprenden hasta en la imagen que nos ofrecen en el disco, una fotografía deliciosa en la que más que un ensemble de música barroca parecen un grupo de heavy metal o una banda de forajidos salidos de un spaguetti western, por la pose entre atrevida y desafiante.
Cantar de Amor es un disco imprescindible para todo aquel que quiera internarse en nuestro mejor Barroco, pero también para quien busque disfrutar de una música sensible y maravillosa.