En ocasiones, la historia parece volverse caprichosa y entierra aquello que un día pudo ser titular en los diarios, o por el contrario, redescubre lo que anteriormente pasó sin pena ni gloria.
Seguir este río de casualidades y azar puede ser apasionante y desconcertante a la vez, y más cuando uno tropieza con historias como la de Alessandro Stradella, uno de los compositores más destacados de la Italia de mediados del XVII y cuya vida ocupó más de un folletín en el París romántico del siglo XIX.
Hoy las enciclopedias describen su carrera como deslumbrante y vanguardista; y a él como compositor líder de su generación, uno de los más versátiles de su época.
En 1658 fue contratado como cantor en la corte de la reina Cristina de Suecia (que estaba en Roma) e, impresionada por su arte, le encargó luego varias obras.
Pronto se sucedieron los encargos desde la capital ya que su fama de extraordinario compositor subía como la espuma.
Estuvo envuelto en algunos asuntos sucios que pretendía incriminar a la Iglesia Católica pero pronto, de nuevo, su arte volvió a imponerse y pudo hacer borrón y cuenta nueva.
Se marchó a Venecia y luego viajó a Génova donde se interpretaron varias óperas y oratorios suyos.
Asuntos de celos y cuestiones íntimas con la familia Lomellini hicieron que fuese asesinado por unos sicarios de dicho clan familiar.
Compuso una gran cantidad de obras, entre las que están conciertos, sonatas, óperas y otras composiciones que ejercieron una gran influencia sobre el joven Arcangelo Corelli.
Hoy te traigo su cantata para la Navidad Si apra al riso ogni labbro, compuesta hacia 1665 para soprano, alto, bajo, dos violines y bajo continuo.
El texto es de Baldini y recoge esa tradición italiana de obras para el tiempo navideño.
Tiene un ambiente general de pastoral que Stradella remarca sin forzar los medios ni darle una especial grandiosidad.
En cualquier caso, esta obra, de delicada instrumentación (quizá algo reforzada porque seguramente se interpretaría en algún palacio noble en vez de en un templo), recoge lo que sería una celebración festiva, de alabanza por el Dios que nace.
Una verdadera delicia.
La interpretación es de Lavinia Bertotti (soprano), Roberto Balconi (contratenor), Carlo Lepore (bajo) y la Orquesta Barroca de la Escuela Cívica de Música de Milán dirigida por Enrico Gatti.
Texto extraído de AeternaChristiMunera
Su legado
Visto lo visto no es de extrañar que la figura de Alessandro Stradella despertase más que curiosidad en el siglo XIX.
Hasta entonces, su recepción había sido irregular: en su época considerado uno de los mayores compositores del momento, con la entrada del siglo XVIII figuras como Corelli o Vivaldi consiguieron eclipsar su obra, aunque su música nunca dejó de interpretarse, especialmente en Italia e Inglaterra.
Esta misma época fue testigo del crecimiento también de la “Leyenda de Stradella”, que elaboraba y reelaboraba las peripecias y aventuras del compositor, añadiendo episodios nuevos; siendo el más famoso uno en el que los primeros asesinos no fueron capaces de cumplir su cometido porque tras haber escuchado una de sus obras quedaron tan conmovidos que le dejaron marchar.
Curiosamente, el aria más conocida atribuida a Stradella, Pietà, Signore, no fue escrita por él, sino que todo parece a apuntar a una falsificación romántica.
En definitiva, una historia difícil de resumir en toda su amplitud, llena de claroscuros al más puro estilo barroco, que no dejó indiferente y sigue sin hacerlo, una capacidad que sólo tienen las vidas vividas intensamente.
Pero sobre todo una historia que se refleja en una música brillante y emotiva a partes iguales.
Una música que llega hasta nosotros y permanece.
¡Qué música tan linda! ¡Y qué vida de novela!