A pesar de las fundadas quejas constantes de la falta de apoyo institucional, hay que destacar la buena salud que presenta el subsector -por definir de alguna forma este campo especializado-, de la música antigua en España.
Salud que se hace patente por la proliferación de festivales y eventos y, sobre todo, de grupos y solistas magníficamente formados y competentes y además especialmente inquietos, puesto que hacen reposar su actividad interpretativa sobre el estudio y la investigación de personajes y partituras que sacan a la luz todo el brillo y la belleza, a veces injustamente olvidados, de la historia musical de nuestro país.
Hoy traemos a estas páginas virtuales otro de estos geniales ejercicios de recuperación como es la grabación en disco de la obra La Dorinda de Francesco Corradini por el conjunto valenciano Harmonia del Parnàs.
El ensemble que dirige Marian Rosa Montagut ha querido rescatar la figura del veneciano Corradini, compositor que ya aparecía en el anterior disco de Harmonia de 2013 -titulado Bárbaro-, junto con su contemporáneo Francisco Hernández Illana, y con él toda la grandeza cultural de la Valencia de principios del siglo XVIII.
El resultado es una obra fresca dotada de una impresionante belleza.
La Dorinda nos transporta a la España de los primeros borbones y al gusto que estos traen al país por las formas musicales italianas.
Siempre había habido una notable presencia de músicos italianos en la corte española, pero es quizá en esta época cuando mejor documentada está. Para Andrea Bombi (Entre la tradición y modernidad. El italianismo musical en Valencia 1685-1738) la peregrinación de músicos procedentes de Italia por toda Europa es uno de los rasgos que definen la esfera músical de la época:
“La circulación a escala europea de músicos italianos y la paralela diseminación y recepción de música con ese mismo origen constituyen —por reconocimiento universal— uno de los fenómenos de mayor relevancia y significado en la historia musical de Occidente en el siglo xviii, causa y al mismo tiempo efecto de que se difundieran los géneros más característicos de la experiencia musical moderna, teatral (la ópera), de cámara (la cantata) y orquestales (el concierto y la sinfonía); y también un peculiar idioma musical que —a partir aproximadamente de la tercera década del siglo— se constituiría casi en «lengua franca» de la Europa musical ilustrada.”
La influencia extranjera ha conocido la controversia dentro de la historiografía musical.
Si bien para algunos autores supone el enriquecimiento y la modernización de las formas musicales heredadas del siglo XVII, hay quienes lo ven como una invasión que acaba por imponerse y destruir la música autóctona.
Como apunta el profesor José Máximo Leza (Francesco Corradini y la introducción de la ópera en los teatros comerciales de Madrid 1731-1749), se ha llegado a asociar el declive de géneros musicales españoles a la competencia de “la ópera impuesta por la Corte y los ministros extranjeros”.
A mode de paradoja, podemos comentar que, pese a los esfuerzos cortesanos, la ópera como tal no llegó nunca a cuajar en España, triunfando en cambio la forma autóctona de música escénica que es la zarzuela.
Francesco Corradini fue uno de esos italianos emigrantes que acabaron recalando en la corte madrileña habiendo pasado antes por la ciudad de Valencia, donde compuso y estrenó la pieza que nos ocupa, La Dorinda.
Algunas fuentes fijan Nápoles como su lugar de nacimiento, aunque parece demostrado que su origen era veneciano.
Esta confusión puede deberse a que Corradini inició su carrera musical en Nápoles y a que una de sus primeras composiciones, la ópera bufa Lo ‘ngiegno de le femmine, lleva el texto escrito en dialecto napolitano.
Lo cierto es que en 1728 está en nuestro país, donde permanecerá hasta su muerte en 1769, en concreto como maestro de capilla del príncipe de Campoflorido, capitán general del reino de Valencia.
En 1731 llega a Madrid, entendemos que para solicitar algún cargo oficial en la corte o en alguna de sus instituciones dependientes, pero curiosamente, como comenta el profesor Leza antes citado, su carrera profesional durante los siguientes veinte años se desarrolla sobre todo en los teatros públicos, a diferencia de otros paisanos suyos, como Falconi o Corselli, que sí recibieron de inmediato el favor de los grandes.
Su esfuerzo como impulsor de la ópera italiana en la villa y corte es innegable, desde su primer estreno en el teatro de la Cruz Con amor no hay libertad, y lleva al musicólogo Rafael Mitjana a calificarlo como el “inevitable Corradini” cuando trata la música escénica de este periodo en su monumental Historia de la música en España.
Luis Reggio Branciforte Saladino y Colonna, príncipe de Campoflorido, fue capitán general de Guipúzcoa (1716-1718) y posteriormente del reino de Valencia, entre 1723 y 1737.
Originario de Palermo, es en parte responsable de la italianización de la vida musical valenciana, un esfuerzo que había comenzado Pere Rabassa, maestro de capilla de la catedral de Valencia entre 1714 y 1724, considerado como un renovador y revitalizador del decadente panorama de la música del templo desde la muerte del maestro de capilla Juan Bautista Comes en 1643.
El esfuerzo por modernizar la música valenciana lleva al príncipe a invitar a Francesco Corradini a que resida en su palacio como maestro de su capilla musical, oferta que el músico acepta, llegando a la ciudad levantina en 1728. Precisamente, es en este breve periodo de la carrera de nuestro hombre en el que se ha fijado Harmonia del Parnàs a la hora de seleccionar el material para su disco más reciente.
La Dorinda es etiquetado como un melodrama pastoral y sabemos por el ejemplar que guarda la Biblioteca Nacional “que se ha representado en el Palacio Real de Valencia el dia 19 de Noviembre por el nombre de la Reyna Nra. Sra., celebrando esta fiesta El Príncipe de Campo Florido”.
Es decir que fue compuesta y representada en 1730 para celebrar, en una fiesta ofrecida por Campoflorido, el santo de la reina Isabel de Farnesio (aunque santa Isabel es el día 17 de noviembre).
La obra está escrita para cuatro voces, las de los personajes Dorinda, Nicandro, Delmira y Fileno, y en el disco la parte vocal corre a cargo de la soprano Ruth Rosique y de la mezzosoprano Marta Infante.
Asimismo intervienen los violines de Stefano Rossi, Ricart Renart y Daniel Pinteño.
Acompañán María Ramírez a la viola, Elisa Joglar al violonchelo y Silvia Jiménez al contrabajo.
Manuel Vilas toca el arpa de dos órdenes y Marian Rosa Montagut interpreta en el clavecín y se encarga de la dirección.
El conjunto ha seleccionado trece piezas de La Dorinda para grabar y presentó el trabajo en el Auditorio Nacional el pasado 23 de abril, evento que fue retransmitido por RTVE dentro de su espacio Los conciertos de La 2.
En suma, La Dorinda es una pequeña joya, es una delicia muy desconocida que ahora podemos disfrutar gracias al trabajo discográfico de Harmonia del Parnàs.