John Eliot Gardiner regresa siete años después con sus formaciones al Palau de la Música para interpretar la obra más extensa del creador alemán, ‘La Pasión según San Mateo’ – El británico ha volcado su saber sobre el oscuro Bach en un iluminador ensayo.
Esto es lo que dijo Albert Einstein: «Esto es lo que tengo que decir de la obra de Bach compuesta en vida: escuchadla, interpretadla, amadla, veneradla y callaos la boca».
Y esto es lo que ha hecho John Eliot Gardiner: la ha escuchado (décadas), la ha interpretado (más que nadie; ahí está la hermosa locura de la peregrinación por el mundo con todas sus cantatas), la ha amado y venerado como pocos, pero no se ha callado la boca.
Eso, no.
El maestro británico de la batuta, con el título de «Sir» por delante, por favor, ha dictado cátedra desde el podio y también con un ensayo que quiere abrazar todo el conocimiento existente sobre Johann Sebastian Bach (1685 – 1750) para hacerlo más real.
El resultado es La música en el castillo del cielo (Acantilado, 2015), más de 900 páginas de pasión por el vecino más ilustre de Leipzig.
Bach no fue un semidiós.
Es la primera lección de Gardiner: «Toda imagen divinizada que superpongamos a Bach nos ciega para poder valorar sus empeños artísticos, y a partir de ese momento dejamos de verlo como el gran artesano musical por antonomasia».
El director conoce bien esa tendencia irrefrenable a idealizar a quien se escapa de hormas.
Su acercamiento a Bach es a partir de su mejor herencia, ni correspondencia de valor ni biografía dejó: su música.
«Basta con escuchar una sola cantata de Navidad para experimentar la euforia festiva y el júbilo en una música de una envergadura sin precedentes, que queda fuera del alcance de cualquier otro compositor».
Un retrato humanizado
Ese es Bach visto por Gardiner: devoto y rebelde; reflexivo, serio y aligerado por destellos de humor; sensible a los ciclos de la vida pero profundamente creyente en otra mejor después del tránsito final, al lado, seguro, de ángeles músicos; el hombre que vio siempre cerca a la muerte (los padres, de joven; su esposa, después; más de la mitad de sus veinte hijos, de niños).
El ser humano odioso de cualquier falseamiento, el que se duele con los tristes, y el que se extasia ante las maravillas del universo, sus misterios y se emociona con su propio atletismo creativo.
Todo eso está en su prolija música, enseña John Eliot Gardiner en La música en el castillo del cielo.
Y el director, referencia mundial en la música antigua con instrumentos de época, volverá con Bach, cómo no, el próximo viernes al Palau de la Música junto a las formaciones que fundó siendo poco más que un adolescente, allá en los años 60 del siglo pasado: el Monteverdi Choir y el English Baroque Soloists.
La Pasión según San Mateo será esta vez.
Para los fieles al auditorio no será una novedad.
En las seis ocasiones anteriores que Gardiner ha pisado la casa, la primera en 1992 y la última en 2009, interpretó una vez la citada obra, la más extensa del corpus de Bach y una de las dos pasiones que nos han llegado de las cinco que creó: fue en 2005 y también con el English Baroque Soloists.
La Pasión según San Mateo invita a un viaje mental a Leipzig, donde Bach la estrenó en 1729.
Quizá fue dos años antes, según algunos estudiosos, pero ya se sabe que con el compositor alemán hay pocas certezas.
Lo hizo en la iglesia luterana de Santo Tomás, dirigió su coro y allí fue enterrado, el hermano menor de los grandes templos de la ciudad si se compara con el de San Nicolás, el de las concentraciones en 1989 contra el régimen comunista, en cuyo lado cayó Leipzig.
Lo que se sabe es que a Bach le gustó poco el resultado inicial.
Se quejó por escrito al gobierno de la ciudad de que solo un tercio de los miembros del coro habían estado al nivel exigido.
Gardiner lleva toda su vida unido a Bach, desde aquel retrato del alemán que colgaba en la casa de su familia y los primeros motetes que empezó a cantar a los ocho años.
Hoy, a los 72, se puede discutir si la mejor Pasión según San Mateo es suya o de Richter, debate tan cultista como ocioso, pero nadie duda de que el británico es el gran traductor vivo de Bach.
El sabio de Bach.
Escrito por ALFONS GARCIA | Levante
Gracias!!.
Cc
Amén
Nosotros estaremos.
Él es un grande y es verdad que sabrá mucho,y que lleva décadas haciendo maravillas y con cociendo la música de Bach,pero estos titulares de las revistas y periódicos son,lo siento,pretenciosos,altaneros y estupidos.Viva Bach y Gardiner!!
Lo dijo nada mas y nada menos que el mismisimo Albert Einstein!
¿Y quién le dijo a don Albertico lo que debemos hacer?
¿Y Christopher Hogwood?
Estoy leyendo un estudio de la obra completa y vida de Bach, escrita por Gardiner.
Es un trabajo maravilloso
Allí estaré disfrutando!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Mmmm… ¿Por qué Gardiner sabe tanto de Bach? Quítenle los anteojos, pónganle una peluca rizada y tendrán la respuesta: ¡Es Bach!