Los jesuitas conmemorarán hoy miércoles en Valencia, la festividad litúrgica de su fundador, San Ignacio de Loyola, con una misa concelebrada a las 20 horas en la iglesia de la Compañía de Jesús en la que serán interpretadas también piezas de música sacra con el órgano “Cabanilles”, según han informado fuentes de la orden religiosa.
En la solemne eucaristía, intervendrá el coro universitario Sant Yago al que acompañará la música del órgano “Cabanilles”, dedicado al que fuera organista en la Catedral de Valencia de 1665 a 1712 y compositor, Juan Bautista Cabanilles, natural de Algemesí.
La iglesia de los jesuitas acoge desde el año 2002 este órgano, que es el más grande de la Comunidad Valenciana, con doce metros de alto por ocho de ancho, cinco mil tubos de hasta nueve metros de largo y 74 registros.
Ignacio de Loyola (Loyola, Guipúzcoa, 1491- Roma, 1556) fundó en 1540 la Compañía de Jesús de la que fue elegido primer superior general.
En 1535, un año después de haber emitido sus primeros votos, llegó a la ciudad de Valencia donde residió a lo largo de varias semanas.
Asimismo, impulsó en 1544 la creación de un colegio jesuítico en la capital valenciana, “con la que tuvo gran vinculación así como con el entonces arzobispo Santo Tomás de Villanueva”, según explica el sacerdote valenciano Arturo Llín en una de sus biografías. En el año 1622 fue canonizado por el papa Gregorio XV.
Carta autógrafa en la Catedral
Además, la Catedral de Valencia conserva, en la actualidad, y desde el siglo XVIII, una carta autógrafa de San Ignacio de Loyola fechada en Roma el 13 de enero de 1543 y guardada en un relicario. Se trata de un texto escrito en castellano clásico y lenguaje protocolario dirigido al Rey “en el que el santo solicita y recomienda la audiencia con el ‘obispo del Puerto´”, según fuentes del Archivo de la Seo.
El documento, de 22 líneas, que el santo encabeza con las letras “A mi Señor”, perteneció a la condesa viuda de L’Alcúdia, Maria Ana de Bracamonte, que en 1746 lo legó a un noble valenciano de nombre Antonio Escrivá y, tras la muerte de éste, la carta pasó a la Catedral.
Fuente: Elperiodic.com