Sebastián Durón Picazo. *Brihuega (Guadalajara, España), 19-IV-1660. † Cambo-les-Bains (Francia), 3-VII-1716. Organista y compositor.
Sebastián Durón era hijo de Sebastián Durón de San martín, sacristán de la parroquia de San Juan de Brihuega (Guadalajara), y de la segunda esposa de este, Margarita Picazo de Blas.
Fue hermanastro de Diego Durón de Ortega (1653-1731), que llegó a ser maestro de capilla en Las Palmas de Gran Canaria.
Es posible que empezara sus estudios musicales en la catedral de Cuenca junto al maestro de capilla Alonso Xuárez (1640-1696).
En 1679 encontramos a Sebastián Durón como ayudante de Andrés de Sola Ximénez (1634-1696), organista de la catedral de San Salvador (la Seo) de Zaragoza.
Al año siguiente, en 1680, Durón se trasladó a Sevilla, ocupando la plaza de organista segundo de la catedral de esa ciudad.
Posiblemente fue llamado por Alonso Xuárez, su antiguo maestro en Cuenca, que por entonces regentaba el magisterio de capilla de la catedral hispalense.
En 1685, recomendado por su maestro Xuárez, abandonó Durón Sevilla para ocupar el puesto de primer organista de la catedral de El Burgo de Osma.
Descontento con las desfavorables condiciones económicas, Durón decidió abandonar este cargo para ocupar el de organista de la catedral de Palencia en diciembre de 1686.
Algunos años después, en octubre de 1691, Durón fue nombrado organista de la Real Capilla de Carlos II, por la jubilación del organista José Sanz.
En 1701, coincidiendo con el advenimiento de la dinastía borbónica, Durón fue nombrado maestro de la Real Capilla y rector del Real Colegio de Niños Cantorcicos.
En el momento de su nombramiento, la documentación administrativa dice de él:
“por organista de la Capilla goza en la consignación de ella 9.551 reales, en la Casa de Castilla 3.300, en gastos secretos 7.200, que todo hace 20.051 reales, y siendo este sujeto de tanta habilidad, así para el órgano como para el ejercicio de maestro de capilla, habiéndole valido el rey (que Dios haya) y todos los maestros de España esa destreza de componer, parece el más a propósito para el ejercicio de maestro de capilla, en que es único, agregándole la rectoría del Colegio de Niños Cantorcicos, pues con su dirección aprovecharán, aplicándolos a lo que su natural les inclinare, y con ambos ejercicios compatibles y con tenientes, se le podrá señalar en la Capilla 1.500 ducados de vellón, mandando S. M. que con la plaza de maestro de capilla ande la rectoría por beneficio de la Real Hacienda y enseñanza de los niños” (AGP. Leg. 1116).
Durante su estancia en la corte madrileña, además de componer para los oficios religiosos de la Real Capilla, Durón fue uno de los principales responsables de la música destinada a los festejos reales y nobiliarios.
Tras ser detenido en 1706 en una emboscada de las tropas borbónicas, a causa de haber salido con la Capilla de Música a recibir a las tropas del archiduque Carlos a las puertas de Madrid, se vio obligado a exiliarse a Francia.
Se sabe que en 1707 residía en Cambo-les-Bains.
Poco después se estableció en Bayona, donde permaneció al servicio de la reina viuda Mariana de Neoburgo.
Tras una breve estancia en Pau, localidad a donde huyó tras haber celebrado con demasiado entusiasmo la victoria de los Austrias en la Batalla de Zaragoza de 1710, Durón volvió a Bayona.
Mariana de Neoburgo le nombró por entonces miembro de su Consejo, Limosnero Mayor y Capellán de Honor, llegando a casar a la reina viuda con un joven caballero francés.
Como, al parecer, era uno de los miembros más anti-borbónicos de esa corte del exilio, Durón fue espiado tanto por españoles como por franceses.
Aquejado posiblemente de tuberculosis, Durón se retiró a Cambo-les-Bains, localidad en la que falleció el 3 de agosto de 1716.
Según puede leerse en el acta de defunción de la parroquia de Cambo-les-Bains:
“el año de mil setecientos dieciséis y el tercer día del mes de agosto ha fallecido alrededor de las nueve y media de la noche […] el Sr. Maestro Sebastián Durón, de unos cincuenta y seis años de edad, sacerdote español de la ciudad de Brihuega, provincia de Castilla la Nueva, del arzobispado de Toledo, primer Limosnero y Capellán de honor de su Majestad la reina viuda de España, después de haber confesado y recibido el sacramento de la extremaunción, no pudiendo recibir el viático a causa de un vómito continuo que tenía, aunque ha conservado siempre, hasta el último momento de su vida, un perfecto conocimiento y una completa resignación a la voluntad del señor”
La polémica con el padre Benito Feijoo
En el discurso XIV del tomo primero del Teatro crítico universal (1726), titulado «Música de los templos», Feijoo acusa a Durón de introducir la música italiana, música que ha hecho perder la gravedad de la música religiosa en España:
«Esta es la Música de estos tiempos, con que nos han regalado los Italianos, por mano de su aficionado el Maestro Durón, que fue el que introdujo en la Música de España las modas extranjeras. Es verdad que después acá se han apurado tanto estas, que si Durón resucitara, ya no las conociera; pero siempre se le podrá echar a él la culpa de todas estas novedades, por haber sido el primero que les abrió la puerta (…)».
Feijoo también acusa a Durón de preocuparse solo por tratar musicalmente palabras aisladas, no el sentido general del texto:
«En este defecto cayó, más que todos, el célebre Durón, en tanto grado, que a veces, dentro de una misma copla variaba seis, u ocho veces los afectos del canto, según se iban variando los que significaban por sí solas las dicciones del verso. Y aunque era menester para esto grande habilidad, como de hecho la tenía, era muy mal aplicada».
La leyenda en torno a la figura de Sebastián Durón
Textos procedentes de la Historia de la música de José Teixidor y Barceló (ca. 1752-ca. 1814)
«Es verdad que en los tiempos que floreció el Lully, la música española estaba en la mayor decadencia, pero esto no obstó para que D. Sebastián Durón joven en esta época, por no tener más que diez y siete años, habiendo pasado a París llevado de la gran fama del Lully y oído una ópera de las más sobresalientes de este compositor, siendo preguntado qué tal le parecía, respondiendo con frialdad que estaba buena la música.
Replicáronle sobre tan corto elogio como haría de ella y dijo que se empeñaba a componerla tan buena o mejor, y en efecto lo cumplió en una serenata u opereta del Quinault que se ejecutó en casa del embajador de España con aplauso universal de toda la grandeza de Francia y admiración del poeta y del Lully.
Esta anédota la debemos a D. Pedro Morreras, arpista que fue de las Descalzas Reales de Madri, profesor de un mérito sobresaliente, el cual la sabía de boca de su maestro, D. Francisco Llenas, célebre compositor de música en Barcelona y amigo íntimo del Durón, con el cual mantuvo íntima correspondencia hasta que murió éste en la corte de Viena» (edición de Lolo, pp. 88-89).
«El Llorente fue maestro del célebre Torices y de José de Torres, organista principal de la Real Capilla de S. M. y maestro de capilla de la misma después de que el Durón (cediendo a las instancias que el archiduque de Austria, Carlos VI, emperador de Alemania, le hizo) determinó el marcharse a Viena con igual empleo.
Este suceso acaecido después de la introducción de la ópera italiana en Alemania, y no como quiera, sino con el favor de los ministros y señores más principales de la corte imperial, los cuales desde el imperio de Leopoldo casi todos eran italianos, y aún mucho más después de haberse oído en Viena las piezas armónicas de todos los mejores compositores italianos, tanto de música profana como sagrada, se manifiesta de una manera nada equivocada el superior mérito del Durón en toda clase de música.
El considerar que el imperio de Carlos VI fue como el cimiento de las bellezas musicales que en nuestros días son el encanto de todas las naciones, nos hace sospechar que el Durón, con su singular ingenio, influyera no poco.
En efecto, se puede decir que la Europa toda, desde el punto que el Lully se constituyó el corifeo de la Francia, se hizo parcial de la música francesa, afectando los compositores más célebres de Italia y Alemania el estilo francés en toda música, no se tiene noticia de que compositor alguno se atreviese a competir con el Lully, y del Durón se sabe que en el mismo París supo competir, y si no vencer, a lo menos disputarle el principado universal de la música, por una vía enteramente diversa de la que el Lully seguía.
Pasa Durón a la corte de Viena, y al punto se nota una entera revolución en la música alemana e italiana, tal que de una misma que era antes con la francesa, desde esta época en adelante se diferencian de la misma manera que los colores negro y blanco.
Esta situación de estilo musical entre italianos y alemanes, no parece verosímil aconteciese sin la intervención de un genio inventor, sostenido y protegido de un mecenas, o por mejor decir, por un augusto como Carlos VI, porque además de haberse hecho moda en aquellos tiempos el cantar, tocar y componer a la francesa entre los italianos y alemanes, en ningún país de la Europa se premiaban los talentos como en la Francia, y mucho más cuando en ello se lisonjeaba a un soberano que sabía dar catorce mil escudos a Claudio Aquillini, poeta de vena bien trivial, por la composición y dedicación de un no muy buen soneto.
El Durón tenía las circunstancias que se requieren para el caso, ciencia musical, ingenio, filosofía y, sobre todo, el favor de un César tan magnífico y liberal en premiar todo lo que podía contribuir a los adelantamientos músicos, que su siglo es el siglo de oro de la música italiana en particular, por haberla mirado el referido soberano como propia de sus súbditos y de todas las naciones en general, por haberse, bajo sus auspicios, conseguido el dar a la música una perfección que en vano se trabajará por dársela mayor en adelante.
Uno de los motivos que nos inclinan al parecer que la perfección de la música moderna se debe al singular ingenio del español D. Sebastián Durón, protegido por el César Carlos VI, es que su padre Leopoldo Primero, señor tan aficionado a la música que se cuenta de él como cosa cierta que en su última enfermedad, después de haber hecho las precisas diligencias para morir como católico cristiano, mandó llamar a sus músicos de cámara para que le ejecutasen una composición patética, durante la cual exhaló su espíritu, un señor, volvemos a repetir, tan amante de la música y tan sumamente liberal en premiar los mejores talentos de la Italia y la Alemania, con el fin de dar a la música tanto sagrada como profana el más alto grado de perfección posible, sin mendigar nada a las naciones que estaban desviadas de su poderosa protección, no pudo conseguir con todos sus esfuerzos otra cosa más que el formar buenos imitadores del francés Juan Bautista Lully como son el Handel entre los alemanes, el Rosi, el Corelli, el Casati, el Melani, Legrenzi, Colonna, Bassani, Stradella y otros muchos compositores italianos, los cuales pusieron en música melodramas que escribieron los poetas cesáreos, el marqués de Santinelli, Carlos Maggi, Franco Lemene, el capece Silvio Stampiglia y otros imitándolo con sus versos y pensamientos al poeta francés Quinault.
Llega nuestra Durón a Viena casi al mismo tiempo que el sabio poeta italiano Apostolo Zeno = candioto, el cual, para que el Durón, como eclesiástico que era, hiciese oir a la corte imperial los primeros ecos de su bien templada lira y las frases melódicas y armónicas de su sublime imperio, dice el autor del origen del melodrama moderno en su disertación o memoria histórica que el emperador Carlos VI mandó al Zeno que escribiese los oratorios sacros Sisara, las profecías de Isaías, el Ezequiel, Naaman, Tobías, la Jerusalén convertida, José Daniel y el David humillado, a todos los cuales puso el Durón una música tan propia y adecuada, y al mismo tiempo tan nueva que arrastró en su séquito a todos los ingenios de Alemania e Italia, sin dejarles libertad para seguir más rumbo tanto en la música sagrada como en la profana que el de una servil imitación.
El autor de la memoria citada dice que llegando a noticia del rey de España los aplausos que el Durón lograba en la corte imperial a tiempo que estaba por conferir la plaza de maestro de su Real Capilla, vacante por la ausencia del referido Durón, lo suspendió y mandó que le librasen al Durón sus sueldos en Viena mientras viviese, en atención a un tan singular talento.
Los compositores italianos que más se distinguieron en la imitación del Durón fueron los famosos armonistas Gaetano Greco, el Caldara y el Albinoni, autores de la música de los dramas de Apostolo Ceno, Domingo Scarlati, Leonardo Vinci, Leonardo Leo, el maestro Feo, el Pórpora y el Durante, después de imitarle servilmente, perfeccionaron en gran manera su estilo en Italia, y el maestro Valls y el San Juan en España, en toda clase de composiciones uno y otro tan célebres que cuanto han escrito es digno de todo aprecio en la facultad» (edición de Begoña Lolo, pp. 99-100).
Fuente MusicaDeHipania
Podríais al menos citar la fuente de este escrito, que no es otra que: http://www.musicadehispania.net/2013/04/duron-sebastian-1660-1716.html