Se ha celebrado en Fez (Marruecos) el III Congreso Ibero-Africano de Hispanistas al que han sido invitados el profesor Rodrigo Madrid (Universidad Católica de Valencia) y la profesora Susana Sarfson (Universidad de Zaragoza). El congreso fue organizado conjuntamente por la Facultad de Letras y Ciencias Humanas Dhar el Mehraz, el Centro de Investigaciones Ibéricas e Iberoamericanas (GRISO) y el Instituto de Estudios Auriseculares (IDEA).
La participación en el evento fue masiva presentándose más de setenta ponencias por profesores llegados de las Universidades de Egipto, Marruecos, Argelia, España, Senegal, Túnez, Estados Unidos, México, Costa de Marfil, Japón, Polonia, Venezuela, Camerún y Reino Unido.
La ponencia presentada por los doctores Madrid y Sarfson versó sobre Las cantadas españolas del s. XVIII: de la metrópoli a los virreinatos americanos. Los ponentes disertaron acerca del cambio dinástico en el trono español que originó la entronización en el año 1700 de la dinastía borbónica en sustitución de la Casa de los Habsburgo. Debido a ello, comentaron, la tradicional forma del villancico dio paso una nueva estética cuyo resultado fue la progresiva italianización de la música sacra, esto provocó que varias voces críticas desde la propia Iglesia censurasen la introducción de los violines en esta música considerándola como no apta para el templo y defendiendo la vuelta a los antiguos responsorios.
Así lo manifestaba el P. Benito Feijoo (1676-1764) en su obra Teatro crítico Universal, Tomo I, Discurso XIV “La música en los templos”: Las cantadas que ahora se oyen en las Iglesias, son, no cuanto a la forma, las mismas que resuenan en las tablas. Todas se componen de Menuetes, Recitados, Arietas, Alegros, y a lo último se pone aquello que llaman Grave; pero de eso es muy poco, porque no fastidie. (…) El que oye en el órgano el mismo menuet que oyó en el sarao, ¿qué ha de hacer, sino acordarse de la dama con quién danzó la noche antecedente? De esta suerte, la Música, que había de arrebatar el espíritu del asistente desde el Templo terreno al Celestial, le traslada de la Iglesia al festín. Y si el que oye, o por temperamento, o por hábito, está mal dispuesto, no parará ahí la imaginación.
En su ponencia los doctores Madrid y Sarfson explicaron que a pesar del rechazo que supuso la nueva moda por parte de la jerarquía eclesiástica, el villancico-cantata, asentado en España, supo trazar su propio camino alejado de los tradicionales recitados y arias introduciendo nuevas secciones como graves, minués, fugas o tonadillas.
Por su parte el profesor Madrid anunció la transcripción y edición de dos nuevas obras exhumadas del archivo de la Catedral de Valencia, los villancicos “Bélico armonioso” y “Arda en gozos el valle” dentro de la colección “Maestros de capilla castellonenses” señalando que son obras que incluyen estribillo, arias, recitados y coplas, lo que ha dado origen a la confusión entre los términos villancico / cantata y añadiendo que los españoles casi nunca emplearon el término cantata sino “cantada”.
Varios profesores de la Universidad Sidi Mohamed Ben Abdellah formularon diversas preguntas sobre la huella musical que dejó la presencia árabe en España en obras como el villancico, mientras que otros abrieron un debate sobre el papel jugado en la poesía estrófica andalusí por la moaxaja y el zéjel y de cómo la literatura hispanoárabe había asimilado las formas líricas procedentes de Europa.
En las actas del Congreso que se publicarán en los próximos meses por el Centro de Investigaciones Ibéricas e Iberoamericanas se podrán leer las interesantes ponencias presentadas.