La Institución Fernando el Católico (CSIC) de la Diputación de Zaragoza ha editado el volumen nº XIX de Polifonía Aragonesa dedicado a los “Villancicos polifónicos de Ramón Félix Cuéllar y Altarriba (1777-1833)”.
La publicación la han realizado los profesores Susana Sarfson Gleizer de la Universidad de Zaragoza y Rodrigo Madrid, profesor de la Universidad Católica y miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia.
Dichos profesores han trabajado durante años en este nuevo proyecto de investigación que les ha permitido rescatar, estudiar y transcribir varias obras polifónicas del maestro Cuéllar que actualmente se encuentran depositadas en el Archivo de Música de la Catedral de Huesca.
Ramón Cuéllar y Altarriba
Según publica la Gran Enciclopedia Aragonesa, Ramón Cuellar nació en Zaragoza en 1777 y falleció en Santiago de Compostela en 1833.
Sus primeros estudios musicales los realizó en el Colegio de Infantes de la Seo de Zaragoza de la mano de Francisco García Fájer “el Spagnoletto” del cual fue alumno dilecto.
Acabado el periodo formativo, su primer desempeño profesional lo realiza como contrabajista en la propia Seo obteniendo después, sin mediar oposición alguna, el cargo de organista en la Catedral de Roda de Isábena (Huesca) y siendo llamado más tarde, en 1798, para ocupar el cargo de segundo organista en la Basílica de Nuestra Señora del Pilar de Zaragoza.
Personaje inquieto y andariego siempre en busca del mayor beneficio, oposita en 1794 al cargo de maestro de capilla de la Catedral de Teruel -que no gana-, y debe conformarse con el segundo puesto.
Sin embargo, será a partir de esa época cuando comienza a desarrollar su maestría en la composición de la que conservamos abundantes obras.
Los desastres de la Guerra de la Independencia le obligan a buscar refugio en Huesca, donde vive con su familia, y allí ejerce los cargos de maestro de capilla y organista.
Acabada la guerra, sustituye al difunto García Fájer como maestro de capilla y rector del Colegio de Infantes de la Seo de Zaragoza obteniendo el cargo por oposición.
El rey Fernando VII, en su visita a Zaragoza escucha y valora muy estimablemente sus composiciones religiosas lo que le permite dirigir su Oratorio en el Palacio Real de Oriente ante la familia del rey y ser nombrado en 1815 músico honorario de la Real Cámara.
No obstante, el haber obtenido el puesto honorífico en la capital del reino no limitará sus legítimas aspiraciones de mejora profesional y así se presenta para la provisión de plaza como maestro de capilla de la Catedral de Oviedo que gana y obtiene su asiento en 1817.
Los agitados vientos políticos que recorren España durante el siglo XIX no serán propicios para la manifestación pública de sus “ideas liberales” por lo que en 1823 fue relevado de sus obligaciones en la catedral ovetense a pesar de los pleitos en los que se vio envuelto contra el cabildo catedralicio en defensa de sus derechos.
La judicatura nunca le restituyó el puesto que había ganado.
En 1828 es nombrado organista de la Catedral de Santiago de Compostela. Cuatro años después, en 1832 se presenta a oposiciones de maestro de capilla de la Catedral de Burgos pero tampoco obtiene el puesto.
Desgastado, envejecido y desilusionado fallece a la edad de cincuenta y cinco años.
La producción musical de Ramón Cuéllar
La amplia producción musical de Cuellar entre la que podemos encontrar misas, salmos, vísperas, responsorios, lamentaciones, Magníficats, Miserere, Te Deum, motetes y villancicos se encuentra dispersa por varios archivos y catedrales españolas.
El Catálogo del Archivo de Música de la Catedral de Huesca, editado en 1993 por Juan José Mur Bernard, actualmente maestro de capilla jubilado de esta catedral, documenta que en el archivo de la catedral oscense se conservan ciento quince composiciones de este autor.
De entre todas estas obras los profesores Sarfson y Madrid han escogido para su estudio y edición una serie de villancicos polifónicos para orquesta donde, conjuntado con las cinco voces (tiple 1º, tiple 2º, alto, tenor y bajo) se une la nutrida presencia de instrumentos de cuerda (violines, violas, cellos y contrabajos) , instrumentos de viento (flautas, oboes y trompas) además del órgano en las labores de bajo continuo, que nos acerca a la formación de una orquesta clásica como soporte instrumental de la abundante producción del maestro aragonés reivindicando para la investigación musicológica la importancia que tuvo la Catedral de Huesca como centro de producción y desarrollo de la música sacra durante el siglo XVIII.
Los autores presentarán esta publicación la próxima primavera en Zaragoza y Huesca respectivamente.