CAPELLA DE MINISTRERS PRESENTA:
EL VIAJE MUSICAL DEL GRECO
(IV Centenario de la muerte del Greco, 1614-2014)
EL GRECO Y LOS CARACOLES
Por Álvaro Zaldívar para Capella de Ministrers
Inserto para demostrar lo “entretenido que resultaba comer cargols a la llauna en el Durán de Figueres con Salvador Dalí”, Óscar Tusquets comienza el evocado diálogo con una ingeniosa pregunta/respuesta del pintor: “¿Te has dado cuenta de que los caracoles son como El Greco?.
Sí, sí, como Doménikos Theotokópoulos, que, habiendo nacido en Creta, aprende a pintar con propiedad esa especie de iconos que se hacen por allí, pero en cuanto se desplaza a Venecia, su admiración por Tiziano y la influencia de Tintoretto lo transforman en el más veneciano de los venecianos, en el más sensual, colorista y expresivo pintor de la Serenísima, pero resulta que llega a Toledo y en una conversión traumática se vuelve austero, sobrio, castellano viejo, caballero de la mano en el pecho, de un misticismo desbordante, el más sincero personaje de la España profunda”.
Valiéndose de una pregunta retórica, Tusquets obliga a Dalí a que confirme su sugestiva idea de un modo más rotundo: “Tusquets, ¡pero si es evidente! Lo que distingue al Greco, lo que lo convierte en un artista inmortal, es su absoluta falta de personalidad, es su facultad de metamorfosearse, como los camaleones, de absorber los valores de su entorno con tal intensidad que, al final, resulta más auténtico que los autóctonos, ¿y cuál es la virtud culinaria del caracol? ¿qué lo ha convertido en uno de los protagonistas de tantas cocinas y en manjar de gourmets? La carencia absoluta de sabor propio, su capacidad de absorber el de los condimentos que lo acompañan y transformarse en lo que desee el cocinero.
Además, cuando con mi tenedorcito extraigo el caracol de su caparazón, fíjate en cómo se alarga adoptando una apariencia muy similar a la de los santos que levitan en los cielos del Greco…”
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