Emoción, piedad, desolación y fe.
«La Pasión según San Mateo», de Bach, en la batuta del maestro Ton Koopman -sin duda la cima mundial del barroco musical- tocó ayer las mejores fibras en el auditorio Príncipe Felipe de Oviedo durante una velada que arrancó a las ocho de la tarde y terminó casi a las once y veinte de la noche con el público aplaudiendo a rabiar y dando vivas a la Orquesta Barroca y Coros de Amsterdam y a unos excelentes solistas.
También al Coro Infantil de la Fundación Príncipe de Asturias, que estuvo a la altura y fue muy recompensado por el respetable. Entre las ovaciones de la primera parte y las del final sumaron siete minutos y treinta y siete segundos.
El de ayer fue sin duda un firme candidato al título de concierto del año. Calidad y más calidad sobre una obra inmortal que sobrecoge incluso a los corazones más duros y redime a todos.
El peso vocal de la Pasión recae en el coro -que son dos, como dos son las orquestas en la partitura de Bach- y en el Evangelista, en este caso encarnado por el tenor Tilman Lichdi, que estuvo magnífico a lo largo de toda la noche con una voz, clara y poderosa y un buen decir.
El contratenor Maarten Engeltjes ofreció quizá las tres mejores arias de la obra, especialmente «Ten piedad de mí, Dios mío», que consigue conmover incluso a las piedras y que cantó excelentemente. Y qué decir de «Si las lágrimas de mis mejillas» o de «Mirad, Jesús extiende su mano». Tres dieces con matrícula.
Excelente también el tenor Jörg Dürmüller en «¡Paciencia, paciencia!» y «Quiero velar al lado de mi Jesús» y superiores las intervenciones del bajo Klaus Mertens en arias como «Purifica corazón mío».
El barítono Falko Hönisch, en el papel de Jesús, con mucha participación, destacó con una gran voz.
Y la soprano Hana Blazikova, magnífica en el aria «Por amor», con dos oboes y flauta sobre una melodía maravillosa o también en «Quiero entregarte mi corazón».
El coro bordó todas las intervenciones como en el pasaje «Dejadle, soltadle, no le atéis» con soprano y contralto; en la coral «Dirige tu camino»; en el coro «A otros ha salvado y no puede salvarse a sí mismo» y en el incomparable coro final «Llorando nos postramos».
Entre chorros de música y bravos como si la oración luterana fuese ópera italiana, la velada casi llega al Viernes de Dolores.
Fuente Javier NEIRA | Ine.es
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Hoy lo escucho en Valencia. 🙂