Juan Carlos Asensio es una de las autoridades musicológicas en la música antigua que comenzó sus estudios musicales en la Escolanía de Santa Cruz del Valle de los Caídos y en el Real Conservatorio Superior de Música.
Hoy en día Juan Carlos Asensio investiga, estudia e interpreta con su grupo coral Schola Antiqua el fruto de esa búsqueda arqueológica que es la música medieval.
Ha sido el encargado del desentrañar la música de las guardas de los libros de contabilidad de Simón Ruiz, el banquero de Medina del Campo.
–¿Este tipo de recuperaciones es siempre tan azarosa?
–No siempre.
De hecho ya hay conciencia desde hace bastantes años de que los fragmentos litúrgico-musicales muy a menudo guardan gratas sorpresas: piezas inéditas, variantes interesantes, tipologías que se creían perdidas.
Son el testimonio de las prácticas musicales del pasado.
–¿Qué iniciativas internacionales marcan la pauta?
–Desde hace años existen grupos de trabajo en distintos países que al mismo tiempo que se dedican a trabajar con códices completos, intentan recuperar lo que en su día fueron libros –manuscritos o impresos– completos y que, desgraciadamente, nos han llegado en este estado fragmentario.
En el CNRS (Centre Nationale de la Recherche Scientifique) o el IRHT (Institute de Recherche d’Histoire des Texte) en París se unen a varios proyectos en Italia con sede en el Centro d’Excellenza Laurence Feininger de Trento.
Aquí en España, como muchas veces sucede, somos un poco «francotiradores».
Por ejemplo hace años RISM (Répertoire International des Sources Musicales) a través de su sede en España me encargaron la catalogación de fragmentos de la catedral de Burgos.
Después varios musicólogos, entre los que destaca la labor de Carmen R. Suso, dedicaron en su tesis amplios capítulos a los fragmentos de los temas que trataron.
Otras instituciones como la IFC (Institución Fernando el Católico) en Aragón se han dedicado a estas labores.
Pero faltaría una unidad de criterio para crear bases de datos conjuntas.
–¿Hay alguna notación predominante en los hallazgos medievales en España?
–En el pasado se descubrieron fragmentos con notaciones visigóticas, pero digamos que son muy excepcionales.
¡Ojalá encontráramos más…!
Lo normal es que presenten notación de puntos superpuestos –que los estudiosos llaman aquitana por su región de origen– que fue la que sirvió en la península ibérica para vehicular la penetración del canto gregoriano a partir de finales del siglo XI.
También encontramos abundante material en notación cuadrada sobre todo ya en los fragmentos de los grandes libros de coro.
Quizás estos últimos, que ya no pertenecen a la época medieval pero que transmiten las creaciones del medievo, se trabajen menos porque se les supone de menor interés, pero no es así pues, como decían los larinos: «recentiores non deteriores», es decir que no por ser más recientes son peores.
A veces su contenido sorprende. Lo mismo ocurre con los impresos.
El hallazgo de un fragmento postincunable salmantino en Medina (1510) del que solo se conocía un ejemplar completo, fue toda una sorpresa.
–¿En qué línea trabaja ahora?
–Trabajo con los incunables y postincunables salidos de las prensas de Alcalá de Henares fruto de la política libraria del Cardenal Cisneros –en el quinto centenario de su muerte– y sucesores.
Con ellos y con los manuscritos mozárabes del s. XVI de la catedral de Toledo vamos a realizar una grabación.
–¿Cómo está la archivística musical española?
–Sigue la tendencia general.
En lo que a música medieval se refiere, somos pocos, pero con la pasión que caracteriza a quien se dedica a estas cosas, poco a poco ven la luz trabajos muy interesantes.
Lo importante es que los archiveros han toma conciencia de que han de contar con los musicólogos para la descripción de loa fragmentos… y después ya es tarea de los intérpretes hacerlos sonar.
Entrevista realizada por VICTORIA M. NIÑO | ElNorteDeCastilla.es