CAPELLA DE MINISTRERS (1987-2017) CUMPLE 30 AÑOS, y uno de los proyectos especiales conmemorativos, que presentó en concierto el pasado 28 de diciembre en la Lonja de Valencia, es La Ruta de la Seda.

Un proyecto que cuenta con la participación  de más de 20 músicos internacionales procedentes de diferentes territorios vinculados a este hecho, y que recrea los paisajes musicales de esta ruta de Oriente a Occidente. Carles Magraner, con la colaboración del historiador Germán Navarro (Universidad de Zaragoza) especialista en las rutas comerciales de la seda, realiza por vez primera un riguroso estudio musicológico del contexto musical de este fenómeno histórico que fue la gran Ruta de la Seda.

Desde 2016, con la proclamación de la ciudad de Valencia como capital internacional de la seda por parte de UNESCO -con su Lonja de Mercaderes de la Seda, que fue declarada Patrimonio de la Humanidad y el nuevo Museo del Colegio del Arte mayor de la Seda– se ha presentado una ocasión única para ampliar más la tarea de investigación y divulgación de este contexto histórico y comercial.

La Ruta de la Seda no es sólo una cuestión histórica, es también un espacio de dimensiones culturales insospechables de carácter transdisciplinario.

Por ello, la elaboración de un compendio de obras en torno a las músicas de la Ruta de la Seda completa y amplía el estudio de este fenómeno intercontinental de diálogo de civilizaciones con un vistazo plural y profundo en torno a las tradiciones sonoras y vocales más interesantes que conocemos en la actualidad.

La sensibilidad y la fuerza de esta bella búsqueda de musicología desarrollada por Carles Magraner constituye sin duda un aporte fundamental para el redescubrimiento de la profundidad que tuvo el diálogo de culturas vivido en el corazón de la Ruta de la Seda, del que aún falta mucho por conocer desde la historia, desde la música o desde otras ramas de la realidad humana.

LA RUTA DE LA SEDA EN EL MEDITERRÁNEO.
DIÁLOGO DE CULTURAS ENTRE ORIENTE Y OCCIDENTE

La Ruta de la Seda es un concepto creado por el geógrafo alemán Ferdinand Freiherr von Richthofen (1833-1905) en su libro China, publicado en Berlín 1877, para definir toda una red de caminos que desde el siglo II C. atravesaron Eurasia con el comercio de sedas y otros productos desde Oriente hacia Occidente.

Los primeros datos históricos de producción de seda en el extremo oriental nos trasladan al año 2750 a.C., sin embargo hasta el siglo I a.C. estas lujosas manufacturas no llegaron al Mediterráneo dominado entonces por el Imperio Romano.

Su origen era un país llamado Serindia o la tierra de los Seres como escribirán autores posteriores del siglo VI d.C. –Isidoro de Sevilla, Procopio de Cesarea o Teófanes, por ejemplo-. A pesar de ello, una de las descripciones más antiguas de estas rutas la dio Ptolomeo ya en el siglo II, aunque hasta el siglo V no se documentará la producción sedera en las tierras del Mediterráneo, teniendo como centro principal la corte suntuaria de Constantinopla, capital del Imperio Bizantino.

Tras la conquista de Persia por el Islam a mediados del siglo VII estas rutas milenarias estuvieron bajo control de los musulmanes, quienes difundieron el arte de la seda hacia el Mediterráneo occidental, sobre todo en Sicilia y la Península Ibérica.

De hecho, al-Ándalus fue la primera región europea donde se encuentra la cría de los gusanos de seda y la fabricación de tejidos por iniciativa del soberanos omeyas.

Curiosamente, después de las conquistas cristianas frente al Islam peninsular, los monarcas occidentales protegieron a los sederos mudéjares y judíos para que continuaran trabajando en sus reinos, produciendo tejidos incluso para la liturgia católica.

No conocemos ninguna crónica que pueda describir las rutas de la seda antes del siglo XIII, época de las grandes embajadas de los papas y los reyes cristianos en el Imperio Mongol.

De esta época destacan entre otras las narraciones de Marco Polo (1254-1324), que viajó a China entre 1271 y 1295.

Al respecto, los mercaderes de las grandes ciudades del norte de Italia (venecianos y genoveses sobre todo) comerciaron directamente con Constantinopla para importar el arte de la seda en sus repúblicas, empezando a producir lujosos paños para vestir de tipología totalmente nueva, es decir, terciopelos, satenes, damascos, brocados, etc.

Los países de la Corona de Aragón, encabezados por la ciudad de Valencia, recibieron cientos de artesanos italianos que transfirieron la producción de terciopelos y otros trapos a sus sederías urbanas de tradición musulmana y judía.

El Art de Velluters de Valencia disfrutó el año 1479 de un privilegio fundacional del propio rey Fernando II de Aragón, más tarde conocido como Fernando el Católico, a fin de monopolizar la producción de terciopelos de seda en la capital, con la consideración de verdadero «arte» para el oficio más allá de su carácter artesanal y mecánico.

Mientras tanto, la llegada al poder de la dinastía Ming en China hizo que las antiguas rutas terrestres comenzaran a ser poco frecuentadas por la enemistad de los nuevos soberanos Ming con el mundo cristiano occidental, dando paso a la preferencia por las vías marítimas para la exportación de sedas, ante la inseguridad de los caminos por tierra.

En consecuencia, desde hace muchos siglos el Mediterráneo ha recogido y reinterpretado la milenaria tradición sedera de Oriente.

LA MÚSICA EN LA RUTA DE LA SEDA

La Ruta de la Seda es uno de los logros más significativos de la historia de las civilizaciones.

Por esta ruta no sólo circularon las caravanas comerciales, también las culturas de los pueblos, los valores espirituales, las ideas religiosas.

La seda ha sido una de las vías en torno a la que ha girado la relación entre los pueblos de Oriente y Occidente, ya través de la seda se ha producido una comunicación tecnológica, económica, artística y cultural entre áreas geográficas muy alejadas, convirtiéndose en un camino de transmisión de saberes, de intercambio de culturas y de costumbres.

Nos ha construido también a nosotros, haciéndonos más conscientes de nuestro pasado pluricultural, del que también el Islam formó parte con aportaciones fundamentales, entre las que cabe destacar la introducción de la industria de la seda en el continente europeo.

Recrear este viaje musical por la Ruta de la Seda ha sido para Carles Magraner una tarea apasionante que solo se puede realizar desde la humildad que promueve tanta grandeza y diversidad musical.

Más de 7.000 kilómetros de culturas, músicas y tradiciones, desde la capital china de Xi’an, en su extremo oriental, hasta la Península a través del Mediterráneo con Valencia como enclave comercial fundamental, ciudad de la Lonja de la Seda.

El viaje de la diversidad cultural, que se convierte en historia de la tradición musical de la humanidad, comienza en el país de la seda, Serindia, hasta el Extremo Oriente, Constantinopla, capital del Imperio Bizantino.

Desde la ciudad china al borde del desierto de Taklamkan, nos adentramos por el Karakorum en la cultura India para luego abrir las puertas al Imperio Persa, en el Oriente Medio, entre la frontera de India y Constantinopla hasta Italia, tomando el camino de retorno de Occidente a Oriente con el viaje de Marco Polo por las grandes ciudades de la seda en el siglo XIII.

Tras ello el Norte de África.

El último eslabón de este recorrido lo encontramos en la parte más occidental de la Ruta de la Seda, la ciudad de Valencia y su Art de Velluters que arrastrando la tradición oriental hacia el Mediterráneo recoge las influencias de la diversidad de la música del Mare Nostrum.

La complejidad de las influencias mutuas entre estas civilizaciones se convierte en su propia riqueza, un valor que nos proporciona en nuestra época un singular marco para promover el diálogo entre Oriente y Occidente y la aceptación de las identidades plurales, idea fundamental para facilitar la comunicación y el intercambio de experiencias entre los pueblos.

Es este un viaje musical a través de los territorios de la Ruta de la Seda, más allá de las fronteras. Una experiencia única para compartir esta herencia común, rescatando el pasado para ser llevado al presente, desde la música como lenguaje universal a todos nosotros.

Ya en el año 1987 la UNESCO inició un proyecto integral para el análisis de las rutas de la seda como rutas del diálogo, con el objetivo de promover el estudio de la seda como vía transmisora de conocimientos, formas de vida, de pensamiento y de arte en todas sus manifestaciones entre Oriente y Occidente a nivel mundial, en una especie de revisión de la historia planetaria mediante la transversalidad de la seda.

También el Consejo de Europa se añadió a la iniciativa defendiendo la idea de las rutas de la seda como itinerarios culturales por excelencia, con el objetivo de recuperar un patrimonio migrante europeo no sólo artesanal o comercial sino también etnográfico, literario y, por supuesto, musical, como aquí se quiere afianzar con las expresiones musicales existentes a lo largo de las rutas de la seda desde Extremo Oriente hacia el Mediterráneo.

El proyecto La Ruta de la Seda de Capella de Ministrers cuenta, entre otras instituciones, con el apoyo oficial de UNESCO – The Silk Road Platform y la Agencia Valenciana de Turismo – Silk Road.

Más información aquí.

© Capella de Ministrers

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