La recuperación, difusión e interpretación musical pasa por Morella.

Así es, Morella volverá a convertirse en la capital de la música antigua de la Comunitat Valenciana gracias a la IV edición del Early Music Morella, que se centrará en el estudio de la mística y su relación con la música, además de sumarse a dos efemérides: el V centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús y el previo al VII centenario de la muerte de Ramon Llull.

Carles Magraner, fundador de Capella de Ministrers, es el director de esta cita que se celebra del 18 al 23 de julio, y con él quisimos hablar sobre este proyecto que creemos fundamental para ampliar y, sobre todo, enriquecer la oferta cultural provincial.

–El Early Music Morella tiene como uno de sus objetivos la recuperación y puesta en valor del patrimonio musical medieval y renacentista, trabajo que Capella de Ministrers lleva realizando desde 1987.

Esta es ya la cuarta edición del festival, lo cual significa que existe una gran respuesta por parte del público y de aquellos interesados en el curso.

¿La gestación de esta cita era un paso natural en vuestra trayectoria, en ese afán por explorar nuestro pasado a través del testimonio musical?

-Desde hace años se hacía necesario, con la trayectoria de Capella de Ministrers, no solamente investigar o difundir mediante conciertos o discos toda la riqueza musical del Renacimiento o la Edad Media y parte del Barroco.

Así, la necesidad de compartir esa herencia desde una perspectiva académica propició la gestación de este curso y festival de música antigua en Morella.

La necesidad, todo hay que decirlo, combinada con las circunstancias, esto es, el momento en el que aparece la posibilidad de combinar las disposiciones favorables por parte del pueblo de Morella, sobre todo el gran patrimonio que se puede mostrar.

Era el momento adecuado para iniciar esta difícil tarea de divulgar o difundir todo ese valor, no solo desde el concierto o la investigación, sino desde el compartir, desde una faceta humana, personal y también académica.

–Y Morella como escenario.

-Morella ha sido fundamental.

Si para ofrecer un concierto de música antigua es fundamental el espacio, para poder compartir conocimientos a nivel académico también es importante.

Así, podemos decir que hemos juntado la riqueza del patrimonio musical con la riqueza patrimonial.

–Esa conjunción no es fácil.

-El público cada vez es más exigente y la oferta cultural cada vez es más amplia y diversa. No podemos creer, los intérpretes, que con ofrecer un concierto en cualquier espacio o lugar sea suficiente motivo para atraer la atención del público.

Es cierto que a veces el concierto en sí tiene la suficiente fuerza para que dé igual dónde se ejecute.

En este caso, contar con un espacio como Morella es sumar, y sumar es convertirlo en un atractivo que, a la postre, enriquece desde al espectador desde una faceta humana, histórica y patrimonial, lo cual creo que lo hace aún más interesante, sobre todo para que aquellos que nunca se han acercado a este tipo de repertorio puedan disfrutar de una manera sinestésica.

–¿A qué se refiere cuando habla de disfrutar de manera sinestésica?

-Siempre digo que para disfrutar de esta música, no solamente nos sirve el oído.

Seguramente si uno acude a un concierto en el Convento de San Francisco y se lo graba, después, al escucharlo en casa le traiga recuerdos de aquello que escuchó pero la sensación no será la misma.

El impacto visual nada tiene que ver con el auditivo, de modo que si lo enriquecemos con un paseo por la ciudad de Morella, una ciudad preciosa, que solo con entrar en ella ya nos transporta en el tiempo, creo que es una experiencia única.

–En la presente edición os centráis en el V centenario del nacimiento de Santa Teresa de Jesús y el VII centenario de la muerte de Ramon Llull. ¿Desde qué perspectivas? ¿Cuáles han sido los aspectos que os han llevado a fijar vuestra mirada en estos dos personajes, a parte de la efeméride?

-Hasta ahora no habíamos planteado hacer una propuesta temática.

Pero veo también que el propio desarrollo del curso está llevándonos a tomar una serie de decisiones respecto al contenido del mismo.

Creo que era muy interesante hablar sobre una temática general coincidiendo con dos centenarios, que al fin y al cabo también son argumentos para enriquecer lo que ofrecemos.

En este caso nos venía muy fácil porque nos centramos en Santa Teresa de Jesús y en Ramon Llull, que sigue siendo un gran desconocido aún para el gran público, sobre todo desde una faceta musical.

Precisamente, este es uno de los proyectos que Capella de Ministrers ha llevado a cabo este mismo año y que verá a la luz el próximo 2016 con la presentación de un nuevo álbum que tendrá a Morella como catalizadora de proyecto sobre Llull que estamos seguros será muy novedoso en el panorama musical internacional.

–En la carta de presentación del certamen este año decís que os fijáis en la mística, entendida como una experiencia universal natural en el cristianismo, judaísmo y la religión musulmana. ¿La música como nexo primordial entre culturas? ¿Cómo se plasma ello en esta edición?

-Cuando, a la hora de organizar esta cita, te planteas qué pretendes realizar, siempre tienes que invitar a la reflexión; y la reflexión, sobre todo en este caso, es una reflexión en la que intentamos ver cómo integrar en nuestra vida cotidiana lo ocurrido en tiempos pasados.

En este sentido, la conversación permanente entre las tres culturas que hubo las antiguas coronas de Aragón y de Castilla, es una fuente inagotable de posibilidades para abrir de nuevo el diálogo.

Creo que la propuesta de Ramón Llull persigue ese objetivo porque fue un predicador que intentaba convencer de su verdad –la fe cristiana– a través del diálogo.

Es una propuesta muy avanzada, muy moderna, el cual el diálogo es la mejor arma para convencer o para establecer una serie de propuestas concretas, al igual que algunos filósofos de la cultura Sufí que también promueven el diálogo, la unión de las tres religiones sin plantearse esta disyuntiva continua que sigue siendo una “lucha” actual.

–Ciertamente, la música es un lenguaje universal. No obstante, en esta época incierta –desde el punto de vista socio-económico y político– da la sensación de que queda relegada a un segundísimo plano. La cultura, en términos generales, vive momentos críticos. ¿Cuál es el papel que ejercen o creéis que ejercen iniciativas como esta en Morella?

-Acabo de estar ensayando el repertorio de Ramon Llull con músicos griegos, músicos árabes y judíos, y la verdad es que muchas veces el diálogo es más fácil.

La gente comprende mucho más y respeta mucho más desde las artes.

A partir de esa vinculación en torno al patrimonio, la música, se respeta mucho más la existencia del otro.

Esto es algo fundamental y tenemos que darnos cuenta de que el valor intrínseco de una ciudad como Morella o de nuestro rico patrimonio musical o del patrimonio de la Corona de Aragón tiene que ser un valor más a tener en cuenta, más cuidado, y pensando que es un valor en el que hay que invertir, porque el resultado aunque no inmediato siempre es favorable y a día de hoy medible.

–¿Medible? ¿Se puede valorar?

-Hoy en día se puede saber el resultado y el impacto que puede tener esa inversión en patrimonio y cultura, y sobre todo, la oferta que de esa inversión se puede hacer para todos aquellos que nos visitan y que quieren conocernos y vienen del extranjero.

Imagínate la imagen plural que se puede dar en una ciudad si se ofrece esta diversidad cultural desde un curso o festival como este de Morella.

–Este año destacan nombres como los de Carles Dènia, Begoña Olavide, Glen Velez, Catherine King… Nombres de primer nivel, lo cual es digno de mención. ¿La intención es seguir sumando figuras reconocidas internacionalmente para enriquecer esta cita?

-Sí, aunque es todo circunstancial, porque muchas veces no puedes pretender decir “voy a seguir con esta línea”.

Yo creo que el curso y el festival han ido adaptándose también a la necesidad propia del entorno y de la idiosincrasia del pueblo de Morella y de Castellón y de la Comunitat Valenciana.

Obviamente, no es lo mismo un festival en Morella que uno en Leipzig.

Entonces, lo que tenía claro al organizar esta cita eran dos o tres parámetros.

El más importante de todos es que el pueblo tenía que sentirlo como suyo.

–¿Y eso cómo se consigue?

-Aquí hay diversos elementos que permiten al morellano entender que es suyo el festival porque lo enlazamos con música de Morella, con la Dansa de la Mort.

Fíjate que empezamos el año del último Sexenni y esperamos que la consolidación del festiva sea el año del próximo. Mi aportación en este sentido es hacer que pasen los mejores especialistas de música antigua.

Quedan muchos por venir, pero la aportación de Glen Vélez, Anne Smith, Begoña Olavide… es primordial.

Los grandes pasarán por Morella en los próximos años seguro.

–La cultura ciertamente enriquece a la sociedad de un modo u otro, ¿no es así?

-Hay muchos ejemplos de festivales que marcan una ciudad. Si te nombro a Avignon sabes que es sinónimo de teatro.

Creo que las pequeñas ciudades con esta gran riqueza patrimonial deben identificarse con ella y apostar directamente por este patrimonio.

Morella es una ciudad con muchísimo futuro y necesita de inversión para situarla dentro del mapa cultural internacional.

La pequeña aportación que haremos con este festival, desde luego, pretende incrementar esta posibilidad de hacer de Morella un referente.

Actualmente, nos llaman desde México, Alemania o Japón interesándose por el curso, lo cual deja claro que es una ciudad que desde una perspectiva musical empieza a conocerse y a crear una “marca” dentro de la música antigua, ampliable a otros campos, claro.

–¿Cree que existen ayudas necesarias para seguir potenciando la música antigua y barroca en España? ¿O sigue siendo algo minoritario, a priori, para las instituciones públicas y privadas?

-Creo que Morella es un ejemplo de cómo las cosas a lo mejor pueden funcionar.

Es una iniciativa propuesta desde la sociedad civil a las administraciones públicas.

Además, hay un continuo trabajo de diversas universidades, como la Menéndez Pelayo, la Universitat de València y, por supuesto, la Universitat Jaume I.

Y también existen instituciones privadas, como la UNESCO o la asociación Culturalcomes y luego la Generalitat Valenciana, la Diputación Provincial, el Ayuntamiento de Morella –de diversos colores políticos todas ellas–.

Quizá gracias al nombre de Capella de Ministres o el mío, y disculpa la modestia, se ha podido lograr que el objetivo marcado con esta cita no se haya perdido en los despachos.

Lo importante es que se conjuguen sinergias. Vamos a intentar también que el Ministerio de Cultura participe y esperamos que no sea un inconveniente la diversidad política para que el proyecto siga realizándose, todo lo contrario.

–Para terminar, ¿qué destacaría de esta cuarta edición?

-Por encima de todo el hecho de que se haya alcanzado la cifra de cien alumnos para el curso y los 15 o 18 profesores que participarán, además de los seis o siete conciertos que se realizarán.

Piensa que Morella es una ciudad pequeña, de modo que contar con cien estudiantes resulta muy gratificante.

Durante una semana el entorno cobra vida gracias a ellos, sin contar la implicación que ello conlleva en el turismo de la zona.

Asimismo, el nivel artístico de los conciertos se ha mantenido muy alto, sobre todo con esa mezcla de música tradicional con música culta.

En definitiva, si de algo podemos estar orgullosos es de la propia implicación de Morella con el festival, de esa “marca” que se está creando.

Esta es una propuesta que estoy seguro que en el futuro seguirá su curso y que esperemos que aúne esfuerzos con otras citas para hacer más fuerte esta clase de oferta cultural.

Toda la información en http://www.culturalcomes.net/es/presentacion

Escrito por Eric Gras para elperiodicomediterraneo.com

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