La Revista Panamericana de Investigación dependiente del Departamento de Artes Musicales y Sonoras de la IUNA acaba de publicar la crítica al libro “La música colonial de Quito”, cuyo estudio, transcripción y edición han realizado los profesores Rodrigo Madrid, Susana Sarfson y Miguel P. Juárez. La recensión se debe a la pluma de Ramiro Limongi. Máster in Music Performance (NYU, 2000)
La música es un documento que acredita la verdad de nuestra historia. (Juan Agustín Guerrero Toro. La música ecuatoriana, 1876:13)
La historiografía de la música colonial hispanoamericana puede remontarse a comienzos del siglo XX. Por entonces, representantes de las nacientes corrientes nacionalistas intentaban buscar los orígenes en aquellas tradiciones renacentistas y barrocas recuperando un legado español olvidado tras la adopción a comienzos de ese siglo de una globalizada estética italiana que, coincidentemente con los discursos independentistas que rechazaban la dominación ibérica, había sido prontamente institucionalizada con la creación de sociedades y conservatorios.
Ya distanciados de aquel pasado, iniciándose el nuevo siglo, músicos, genuinamente interesados pero carentes en su mayoría de formación como investigadores, desarrollaron trabajos que con frecuencia giran en torno a la vida de los compositores e intentan en esencia legitimar los ideales del momento. Los sucesivos hallazgos de documentación fueron principalmente realizados por aficionados; la categorización de los mismos quedó muchas veces pendiente o al menos inconclusa y las autoridades eclesiásticas se mostraron en general recelosas en cuanto al acceso a sus archivos.
A partir de la década de 1960, en cambio, la tarea fue profesionalizándose y la posta fue tomada por musicólogos que, progresivamente más sólidos y tras la debida contextualización, abordaron con rigurosidad y experiencia el estudio de la música misma.
El creciente interés y difusión del tema que se observa ya comenzado el s. XXI tiene antecedentes en el apoyo a la investigación musicológica que brindara desde los años 40 la Unión Panamericana y posteriormente su sucesora, la Organización de los Estados Americanos, lo cual es también reflejado por la publicación del Boletín Interamericano de Música durante las décadas de 1950 a 1970 (Pérez González, 2004).
La obra del epígrafe es cabal representante del estado actual de la actividad y, a pesar de la predominante tendencia en el ámbito de la especialidad a considerar la abundancia de la música eclesiástica colonial suficientemente referenciada por los documentos de los archivos catedralicios o actas de cabildos provenientes de las capitales, se enfoca en folios encontrados y fotografiados hacia 1994 por el investigador ecuatoriano Mario Godoy Aguirre en la Diócesis de Ibarra, Ecuador. Presumiblemente, éstos eran originarios del Monasterio de Madres Conceptas y, aunque se consideraban perdidos, habían sido recuperados tras el incendio que lo destruyera en 1864.
En 2006, los Dres. Rodrigo Madrid (Universidad Católica de Valencia) y Susana Sarfson (Universidad de Zaragoza) toman contacto con este material y, contando con el patrocinio de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID), proponen un proyecto de investigación dentro del Programa de Cooperación Interuniversitaria e Investigación Científica entre España e Iberoamérica. La tarea los conecta con las Universidades Católica de Ecuador, Metropolitana de Santiago de Chile y del Valle de Bolivia, y en cuanto al presente recorte, inicia una colaboración de los académicos españoles con el Lic. Miguel P. Juárez de la Universidad de los Hemisferios (Quito).
En 2011, un nuevo escaneo de las fuentes resulta en la recuperación de 32 obras completas y otras 10 parciales, testimonio de la rica producción de la Escuela de Música Colonial de Quito que entre los años 1550 y 1820 desarrolló los estilos renacentista, barroco y clásico. En este caso, y como primera oferta de lo que aparentemente se propone como una serie 1, nos encontramos, por primera vez, con la publicación crítica de tres partituras completas de obras compuestas en el ámbito de la Real Audiencia de Quito entre 1675 y 1722, época del Alto Barroco europeo, transcriptas en notación moderna.
El libro tiene por objetivo la recuperación y difusión de parte del rico patrimonio ecuatoriano promoviendo su interpretación mediante la puesta a disposición de material elaborado de acuerdo con los más estrictos estándares académicos, pero fácilmente accesible para los intérpretes actuales, aún para aquellos no necesariamente especializados en el período.
El volumen se encuentra organizado en dos partes. La primera, Introductoria, ofrece una reseña general de la música colonial de Quito 2 y su desarrollo histórico; expone los criterios de transcripción aquí adoptados por los musicólogos; propone consideraciones sobre las interpretación de este repertorio y analiza el tratamiento de los textos, presentados en la partitura en castellano actual para asegurar su legibilidad.
Se plantea también la hipótesis, aún pendiente de investigación, acerca del origen primigenio de las obras estudiadas, ya que la ambiciosa demanda de numerosos efectivos vocales (hasta 11 voces y 3 coros, incluyendo voces masculinas) no podría haberse satisfecho en el ámbito de un convento de monjas y hace suponer que los 318 folios en cuestión provendrían de la metrópoli quiteña.
A continuación, se presentan fichas de cada una de las obras incluyendo título completo, fecha, dedicatoria, datos de autoría, archivo de procedencia, tipo de composición (vocal y/o instrumental), uso de claves (agudas o graves), nombre de posibles intérpretes originales (de acuerdo con inscripciones que se observan en las particellas manuscritas), notas explicativas (describiendo mayormente elementos técnicos musicales) y el texto original.
La segunda parte, Musical, comprende las transcripciones modernas de los manuscritos originales de:
– La Chacona, me piden vaya (a cargo de R. Madrid)
–A la iglesia pascuas dan (a cargo de S. Sarfson)
– Jilgueritos Divinos (a cargo de M. P. Juárez)
Las mismas satisfacen muy adecuadamente lo que Caldwell (1995) señala como requisitos fundamentales para toda edición de música: claridad y consistencia. Sin caer en una academicidad ilegible (los autores eligen la presentación en partitura por sobre las particellas individuales del manuscrito, el agregado de barras de compás para facilitar la lectura rítmica y el uso de claves modernas en lugar de las antiguas), se mantiene la fidelidad al texto original (se conservan los valores largos de las figuras antiguas que aquí no complejizan la lectura de los músicos actuales, se explicitan las razones para introducir cambios distinguiendo claramente el trabajo del compositor de aquél del editor) evitando la distorsión simplista de muchas ediciones“prácticas”.
Por otra parte, se advierte sobre las intenciones de la publicación, destinada fundamentalmente a la interpretación, señalando la necesidad de una investigación “sobre aspectos estéticos, históricos, sociales y religiosos” (p.12) que contextualice una profunda comprensión y apreciación de este repertorio.
La propuesta es sumamente valiosa, no solo en términos musicológicos, sino también en el campo didáctico, ya que brinda un material confiable de muy fácil acceso sobre el cual pueden trabajarse los requerimientos de la música polifónica y su interpretación a la vez que se conoce lo americano. Asimismo es un innegable testimonio de la importancia que la investigación seria tiene en el ámbito académico y de la necesidad de establecer lazos entre universidades, ya sea, como en este caso, para rescatar la interculturalidad entre España y América, o para, en términos más generales, crear comunidades globales que continúen enriqueciendo el campo del conocimiento por medio del arte.
1. En entrevista publicada en prueba.musicaantigua.com tras la presentación del libro en noviembre de 2013, los autores manifiestan continuar con el estudio y recuperación de obras provenientes de este archivo.
2. Este repertorio no está tan difundido, al menos en nuestra región austral del continente americano, como, por ejemplo, la música renacentista y barroca que se conserva en Bolivia y que cuenta con su importante Festival Internacional “Misiones de Chiquitos”.
Referencias bibliográficas
Caldwell, J. (1995). Editing Early Music (2nd ed.). Oxford University Press. Pérez González, J. (2004). Génesis de los estudios sobre música colonial hispanoamericana: un esbozo historiográfico. Fronteras de la Historia, 9, 281-321. Bogotá: Instituto Colombiano de Antropología e Historia.
Ramiro Limongi
Master in Music Performance (NYU, 2000). Licenciado en Artes Musicales, Orientación Instrumento (IUNA, 2006). Profesor Nacional de Música, especialidad Flauta Traversa (Conservatorio Nacional de Música “C. López Buchardo”, 1991). Docente en DAMus, IUNA (Formas Musicales y Análisis; Filosofía) y en ISFA J. P. Esnaola (Flauta traversa; Historia y Estética de la Música I). Asistente de dirección (CePeM – DAMus – IUNA). Miembro de ISME desde 2013.
http://artesmusicales.org/web/index.php/tapa/149-tapa.html
Nota breve.- Los profesores R. Madrid y S. Sarfson nos comunican que está en imprenta el próximo volumen de obras inéditas pertenecientes al barroco boliviano fruto de su estancia de investigación en Bolivia. El libro saldrá al mercado con el título: Música Barroca Boliviana. Cantadas y villancicos del s. XVIII.
La presentación se realizará en Lisboa y Méjico (septiembre – noviembre 2014).